Capítulo 33

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-Samuel... basta- pidió alejándose de él, bajando de la mesa.

Los besos habían aumentado entre ambos, al igual que las caricias, las piernas de Rubén habían encerrado la cintura del mayor frente a él, quien había bajado por su mandíbula hasta su cuello, para escucharlo suspirar por sus besos.
Cuando Samuel, en un estado somnoliento, deslizó su mano por debajo de la camiseta del rubio, este se tensó y cortó con el beso. Se alejó del mayor, reprendiéndose a si mismo por no permitir que su cuerpo continuara sintiéndose tan bien como hasta ese momento. No podía negar la existencia de su lado lívido, su lado lujurioso que rogaba ser tomado por el mayor y experimentar "todo" con él, desde el sexo convencional hasta el más salvaje de todos, no le importaría hacerlo incluso en público. Pero el miedo, el maldito miedo seguía presente, no importaba cuánto tiempo hubiese luchado contra él, el miedo siempre volvía y lo detenía frente a todo.
Lo sabía, tal y como dijo Alexby, no podría dar un nuevo paso hacia adelante si no se sinceraba con el mayor, y debía hacerlo cuanto antes.

-Lo siento- murmuró Samuel mirando hacia el lado contrario a Rubén- me... dejé llevar- agregó aclarando su garganta.

Rubén lo miró con un dejo de tristeza. ¿Por qué? ¿Por qué no podía? Lo deseaba, quería hacerlo ahí y ahora, le daba igual que fuera sobre la mesa, le daba igual gritar el nombre del mayor y que sus vecinos escuchaba, pero no podía, su cuerpo no le respondía y su cabeza parecía sufrir de bipolaridad, apoyándolo con algunas cosas reteniéndolo con algunas otras. Ya le estaba costando comprenderse a sí mismo.

-Samuel... escucha...- Rubén está presionándose para ser sincero con él, pero el sonido del portero interrumpió el momento.

-Deben de ser Jesús y Herny- murmuró él mayor volviendo a sentarse frente a su ordenador, carraspeando su garganta y tomando un poco de su café.

-Voy... voy a atender- respondió bufando levemente.

Sin si quiera mirarse y sin saberlo ambos se cuestionaron lo mismo "¿Está enfadado?". Rubén por haber detenido aquel momento y Samuel por creer que se había sobrepasado. Ambos eran casi iguales, sólo que ellos lo ignoraban de momento.

Rubén había bajado para abrirles a sus invitados mientras Samuel respondía una nueva llamada a su móvil.
Cuando los tres ingresaron al departamento Jesús y Herny lo hicieron discutiendo entre ellos. Samuel les lanzó una mirada severa señalando su móvil y se puso de pie para dirigirse a la habitación de Rubén con una libreta y una lapicera en las manos.
Aún con la puerta cerrada podía seguir escuchando los gritos de sus amigos, Jesús sonaba realmente enojado y cuando salió unos diez minutos después, encontró a Rubén tratando de mediar entre ambos castaños. Cuando preguntó que estaba sucediendo Jesús estallo de nuevo.

-Ya te dije que no te engañe Jesú- se defendió Herny- ella fue quien me abrazó-.

-Claro ¿y tú no podías rechazarla cierto?- preguntó cruzando sus brazos.

-No podía ser tan cruel, ella se me había declarado, no podía ser tan mala gente- contestó- pero al final terminé separándome de ella y te consta-.

-Si claro, pero si no hubiese llegado a tiempo quizás hasta te besa, y tu ibas a ser tan buena gente que no serías capaz de rechazarla ¿cierto?- preguntó sarcástico.

-¿Quién te entiende Jesús?- interrumpió Vegetta caminando hacia el ordenador, mientras revisaba sus anotaciones en la pequeña libreta- cuando Herny es cariñoso contigo te molesta y quieres sacártelo de encima, pero también te molesta si alguien más es cariñoso con él, ya defínete- le pidió serio pasando sus notas a su ordenador.

Mi trébol de cuatro hojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora