Capítulo 30

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-¿Tu tío?- preguntó Rubén apunto de llevar una rebanada de pizza a su boca.

Ambos se habían encontrado donde habían quedado, pasaron por una pizza y fueron al departamento del menor para cenar juntos, Samuel aprovechó la oportunidad para preguntarle si podía quedarse con él el próximo fin de semana, con cierto temor de alguna negativa. O porque tuviera cosas que hacer o por esperar a alguien, uno nunca sabía.

-Sí, vendrá el fin de semana pero no me llevo muy bien con él por eso preguntaba- contestó Samuel un tanto incomodo- pero si no se puede no te preocupes, puedo preguntarle a Herny- se apresuró a decir.

-¿Bobo o qué?- Rubén esbozo una amplia sonrisa- obvio que puedes quedarte- agregó- no te olvides de traer un pijama- le recordó- pero me da curiosidad ¿Por qué no te llevas bien con tu tío?- preguntó.

Samuel bufó al recordarlo- mi tío no es alguien fácil, no se toma nada en serio y sólo le causa problemas a la familia, principalmente a mi padre que es, prácticamente, el único hermano que le da la mano aún- tomó su vaso con jugo para pasar la pizza- cuando se casó, creímos que sentaría cabeza por fin. Pero no, ahora no sólo debía ayudarlo a él sino a su esposa también-.

-¿Ella es conflictiva también?- preguntó dándole un trozo de pizza a Ricardo que aguardaba debajo de la mesa.

-No, se me hace extraño que se haya casado con él- respondió pensativo- ella es muy lista, es maestra en una escuela primaria en Madrid, es muy trabajadora, no puedo entender que vio en mi tío-.

-¿Enamorado de tu tía, Saamuuu?- preguntó divertido, subiendo y bajando sus cejas.

-Claro que no... tontito- volvió a perderse en sus pensamientos- me preocupa ¿Sabes?- dijo con calma- sé que mi padre puede manejarlo, pero no me gusta que mi tío vaya a mi casa, me da mala espina-.

Ruben notaba una extraña inseguridad en Samuel, sabía que el mayor no era una persona que desconfiara ciegamente en otros- ¿Y si insisto para ir a almorzar con Roberto el domingo?- preguntó llamando su atención- escucha, sería perfecto y tú podrías estar atento a tu tío antes de que se vaya- agregó contando su plan- puede que no lo soportes, pero solo serían un par de horitas- concluyó.

Samuel se dispuso a pensar en aquella idea, sin duda no levantaría sospechas si hacian eso, además Rubén podía sonar muy convincente y sabía que su padre se pondría contento de verlo. Esbozo una pequeña sonrisa- quien diría que hay un cerebro debajo de esta mata de cabellos- respondió desordenado el cabello del menor.

-Hijo de puta, para, para- pidió evitando que su comida cayera- que subnormal eres-.

-La booocaaa, nadie te dijo que te sientes pegado a mí- dijo Samuel volviendo a su comida- mira que había más espacio eh-.

Cierto era aquello, Rubén se había sentado a su lado en la mesa para cenar. Sólo sonrió y dejó caer su cabeza sobre el hombro del mayor- es que este es mi lugar- dijo con simplicidad dando otro mordisco a su rebanada. Samuel apoyo su cabeza en la del menor y lo imitó dando otro mordisco.
Continuaron comiendo en silencio, un silencio que jamás había sido incómodo para ellos. Cuando terminaron, Rubén insistía en que el mayor se quedara.

-Chiqui, ya hablé con mi padre para que viniera por mi- dijo acostado en el sofá con Rubén a su lado, jugando con sus manos.

-Pero dijiste que lo pensarías- le reprochó inflando sus mejillas.

-Y lo pensé y lo mejor es que no me quede- repuso acariciando sus cabellos intentando levantarse del sofá- el fin de semana me quedaré aquí-.

Mi trébol de cuatro hojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora