Capítulo 35

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Hola, muh buenas, antes de comenzar la lectura, aunque prácticamente ya la comenzaron, quiero informarles a l@s guapis de siempre y a los lectores fantasmas que al final del capítulo voy a hacer una encuesta pequeñita en la que necesito que participen, ahora, el capítulo...




-¡¡¡BASTA!!!- gritó Roberto tironeando del cuerpo de su hijo. Su hermano estaba en el suelo defendiéndose mientras Samuel lo golpeaba.

-Se ve que tú bastardo no controla su ira, deberías mandarlo a ver a un loquero-.

Fuero palabras suficientes para que Samuel tratara de zafar del agarré de su padre, pero aunque ambos tenían el mismo tamaño, Roberto le ganaba en fuerza.

-Hey tu- Ignacio llamó la atención de los tres, notaron que le hablaba a Rubén- deberías alejarte de este chico tan violento, a no ser que quieras ser golpeado por él-.

Samuel cayó en la cuenta de que Rubén estaba ahí, y se contuvo lo más que pudo de no volver a saltar sobre su tío- Doblas- lo llamó con seriedad- ¿Dónde?-.

-¿Qué demonios está pasando?- preguntó Roberto igual de molesto que su hijo y su hermano.

Rubén sintió miedo, no se sentía para nada seguro en medio de esos tres. Los recuerdos chocaban en su cabeza y su miedo aumentaba- la... la mochila pequeña... el bolsillo- murmuró señalando la mochila que estaba tirada cerca de la entra de la casa.

Samuel fue hacia ella y la tomó mucho antes de que su tío pudiera hacerlo.

-¡¡¡DEJA ESO!!!- exclamó tratando de arrebatarle la mochila de un tirón, pero su sobrino ya había metido la mano y extraído lo que buscaba. Le tiró la mochila a los pies y notó como su tío se tensaba.

-Samuel, por favor- pidió su padre calmado pero se notaba su enojo en su tono de voz, y no era algo fácil de lograr, Roberto era muy tranquilo hasta que lo hacían explotar.

Samuel miró a Ignacio con odio puro y luego dirigió su mirada hasta su padre- es la última vez que tú hermano pisa nuestra casa- advirtió y sosteniendo entre sus dedos una especie de hilo brillante, abrió sus manos, y el trébol plateado hizo un movimiento pendular ante la atónita mirada de su padre- Rubén lo vio con esto en sus manos y como lo guardaba sigilosamente en su mochila- volvió a tomarlo con fuerza- por lo que a mí respecta ya lo ayudaste demasiado y así es como te paga- agregó mordaz- no lo hice la vez anterior porque me lo pediste, padre. Pero esta vez no lo voy a dejar pasar, hablaré con mis tías y que ellas decidan qué es lo que harán-.

Un silencio casi mortuorio se apoderó del lugar, se sentía la tensión en el ambiente y Rubén juraría que podría cortarla con un cuchillo de mantequilla. Escucharon a Roberto exhalar fuertemente, como si estuviera controlando su respiración.

-Samuel- el rubio sintió miedo al escuchar esa voz en el mayor de los De Luque- llévate a Rubén a tu habitación- le ordenó.

Sin necesidad de que obligará a su hijo a desaparecer con su amigo, Rubén lo hubiese hecho por su propia cuenta al escuchar aquel tono tan amenazante.
Samuel supo que lo mejor era no llevarle la contraria a su padre en ese momento. Caminó hasta el menor y lo tomó de los hombros para empujarlo al piso de arriba. Rubén se había asustado, todo en Samuel gritaba que mataría a cualquiera, pero cuando le puso las manos encima sentía al Samuel de siempre, era cuidadoso de no apretarlo ni dañarlo. El menor se dejó empujar al segundo piso en silencio. Y cuando el mayor cerró la puerta de su habitación detrás de ellos no escucharon nada más.

-Chiqui ¿Estás bien?- preguntó ayudándolo a sentarse en la cama- estás pálido- dijo acariciando su rostro.

Rubén dejó salir el aire que no sabía que estaba conteniendo- lo siento, estoy bien... sólo... me vinieron recuerdos- respondió con la cabeza gacha suspirando.

Mi trébol de cuatro hojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora