Capítulo 48

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-Sam se está tardando- dijo nieves mirando el reloj de la sala.

La práctica de aquel domingo se había acabado, luego de años sin actividad física, aquellas tres horas de entrenamiento fueron el infierno para Rubén y su cuerpo ahora le reclamaba levemente por los dolores musculares y sabía que con toda seguridad mañana no podría levantarse.

-Es cierto- afirmó Akira- ¿Qué hacemos Niv?- preguntó a su hermana.

-Papá dijo que pasaría por nosotras y debe de llegar en unos quince minutos- respondió Nieves viendo los mensajes en su móvil- ¿Rubén te siente bien?- preguntó al verlo desplomarse nuevamente sobre el sofá que acababan de acomodar en su lugar.

-No, no me siento bien, me duele todo... jooodeerr- se quejó.

-Es normal y es tu culpa- contestó Akira- deberías cuidar más tu cuerpo- lo reprendió- mañana continuaremos con el entrenamiento así que prepárate- dijo con una sonrisa.

-Tu puedes Rub- lo animó Nieves con su carita de niña pequeña- con entrenamiento constante te volverás mucho muy fuerte y podrás defenderte y defender a los demás-.

El menor recordó el relato que Akira le contó cuando se conocieron de aquel incidente con Nieves, en el cual Samuel intervino, ella y Nieves comenzaron a ir a clases de defensa personal porque Samuel se los dijo, para poder defenderse a sí mismas, era obvio que si él podía, las defendería pero no siempre estaría con ellas, era como aquel viejo dicho "Dale un pez a un hombre y lo alimentaras un día, enséñale a pescar y lo alimentaras toda su vida". El consejo de Samuel era también su forma de protegerlas y ahora, era la forma que el mayor tenia para protegerlo a él. Algo que agradeció en silencio, sin embargo se vengaría de alguna manera por todo aquel dolor en su cuerpo.


-Papá-.

-Es que no lo entiendo, ¿por qué no me lo dijiste?-.

-Es un tema de Rubén-.

-Un tema de Rubén que te genero a ti dos moretones y tú eres mi hijo, me corresponde saberlo, Samuel De Luque- lo reprendió.

Samuel suspiró- estas siendo irracional, papá- dijo con seriedad- yo no podía hablar con nadie de eso, es más, básicamente obligaron a que Rubén lo dijera anoche en frente de todos- su ceño se frunció- depende de él si se siente listo para contarlo o no y con sinceridad ¿Quién podría estar listo para admitir semejante cosa?-.

-Sami escucha- trato de calmar su voz- ni tu ni Rubén están solos ¿sí? tienen a sus amigos y me tienen a mí, no sólo para compartir buenos momento, sino también para las cosas malas-.

-Lo entiendo, pero entiéndenos tú a nosotros, no era sencillo-.

-Es que...-.

-Rubén apenas puede contarme las cosas a mí- agregó rápidamente- no se nos olvida que tenemos amigos y yo mucho menos me olvido que te tengo a ti-.

Entre tanto debate habían llegado al departamento del menor.

-Pues lo parece, parece que no te importa nada más que Rubén- dijo su padre mientras Samuel bajaba del auto y abría la puerta trasera para bajar sus cosas.

-Creo que todos tenemos algo o alguien que nos importe un poquito más que el resto- dijo antes de cerrar la puerta trasera- y eso no es malo, papá y tampoco es malo que lo importante cambie para uno. Será mejor que vuelvas a casa, no puedes dejarla sola- agregó cerrando la puerta y subiendo los dos escalones a la puerta principal, justo salía la vecina de Rubén, que ya lo conocía así que lo dejo pasar, se saludaron y Samuel se perdió en el pasillo.

Mi trébol de cuatro hojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora