Capítulo 93

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Pasaban de las siete de la tarde, ambos estaban inmersos en sus propios trabajos. Samuel se ponía al corriente con las clases que había perdido y Rubén con los trabajos que le habían dado. Mónica seguía ayudando a Rubén, entregándole las tareas a realizar para Samuel y entregándoles a sus profesores los trabajos ya realizados por el azabache. La relación con Rubén había mejorado notoriamente, desde sus disculpas habían coincidido algunas veces en la misma cafetería en la que solía almorzar con Sam.
Las tarde en la clínica tenían momentos de frustración o cansancio por sus tareas y para poder despejarse un poco se invitaban a ver sus trabajos y sus avances en éstos, cuando no se tomaban sus minutos de privacidad, regalándose besos y caricias.
Aquella tarde le habían entregado los resultados a Samuel y Roberto, todo se encontraba en perfecto orden dentro y fuera de Samuel, pero aun así le pidieron que se quedará dos días más y que cuando le dieran el alta debía hacer mínimo una semana de reposo en casa sin hacer esfuerzo alguno.
Victoria también insistió en que Roberto se hiciera unos estudios, para asegurarse que él también se encontrará en óptimas condiciones, a regañadientes el mayor aceptó hacerse nuevos estudios para dejar tranquila a su familia.

-Entonces al fin pusiste sincerarte con tu papá- dijo Rubén jugando distraídamente con los dedos de la mano del contrario.

-Si- le sonrió- me siento más tranquilo, más ligero también... es raro-.

-Es normal, te quitaste un peso de encima-.

-Rubén-.

-Dime-.

-Ven a la cama- pidió el mayor desde su cama a Rubén que se encontraban acostado en el sofá de la habitación.

-No, no puedo, lo sabes, debes descansar lo mejor posible-.

-Entonces yo voy para allá- dijo sentándose en la cama.

-Hey ¿Bobo o qué?- dijo poniéndose de pie con mayor rapidez para evitar que Samuel dejara su cama.

-Viniste- susurró con una sonrisa triunfante.

-Manipulador-.

-Acuéstate conmigo Doblas- dijo con aquella voz tan seria que con el tiempo había comenzado a hacer cosquillear en su cuerpo.

-Me quedó aquí sentado- respondió.

-Nooo, Doblas, ven- pidió de nuevo.

-Ya, deja de actuar como un niño pequeño- dijo.

-Sólo si vienes-.

-Que no- repitió.

-¿Por qué eres tan malo conmigo?- preguntó.

-No soy malo, necesitas descansar para volver pronto a casa, no bobear- repuso.

Samuel no respondió, sólo bufó un "bien" apagando la lámpara de noche y dándose media vuelta, dándole a Rubén la espalda.

-¿Molesto?- preguntó divertido. Sólo recibió un sonoroso ronquido fingido por parte del mayor- y luego yo soy el niño-.

Había algo en la mente de Sam que quería preguntar, pero no sabía si debía, ya que no era un tema suyo pero realmente quería saber, porque no quería que su amigo tomará decisiones incorrectas o que a la larga lo terminaría dañando.

-Doblas- se giró en la oscuridad para dirigirse al sofá al que Rubén había regresado.

-Samuel, de verdad, si me acuesto a tu lado se nos puede liar y...- comenzó a quejarse.

Mi trébol de cuatro hojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora