Capítulo 28

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Antes de alejarse levemente de él, tenía sus sentidos abrumados por el simple aroma de su perfume, durante ese abrazo su rostro quedó oculto en el cuello del mayor y por alguna razón el recuerdo doloroso desapareció, los pensamientos de Bruno se hicieron añicos al arremolinarse en su mente los recuerdos junto a Samuel. Quería ayudarlo a dejar ese pasado tortuoso atrás, pero él también debía dejar ir el suyo y tendría que dejar de sentir miedo, un miedo del cual aún no podía contarle.

Se separó del mayor levemente, con ambas manos descansando sobre su pecho; atrapó con su mirada la del contrario y sus mejillas se tiñeron de un rosa intenso, algo que Samuel adoraba pero que él no sabía, suspiro tranquilamente o lo más tranquilo que su corazón le permitía- bésame- le pidió sorprendiéndolo- sé que me quieres besar desde que nos encontramos hoy- arrugó la camisa de Sam entre sus dedos con fuerza- sé que deseas hacerlo tanto como yo- estaba temblando, dijo todo confiadamente pero ¿y sí se negaba?

Cosa que no sucedió.

Sintió como el mayor ceñía más su cintura, rosando con sus labios los de él, tan suave, apenas un roce de labios, un pequeño toque. Volvieron a mirarse, asintiendo entre ellos y volviendo a besarse pero con más profundidad. Rubén rodeo el cuello de Samuel con sus brazos, sus cuerpos se acoplaban perfectamente uno al lado del otro. Gimió cuando sintió la lengua del mayor buscando la suya, no lo hizo esperar y salió a su encuentro, un beso muy húmedo nació entre ellos. Casi cómo aquel que se dieron en el lago, pero cargado con otro tipo de sentimientos, más comprensivos, más cariñosos.

Samuel se separó respirando con dificultad- no sólo quiero besarte Rubén... quiero más- volvió a poseer la boca del menor con más necesidad, como si el menor fuera agua dulce y él estuviera muriendo se sed- descuida, no voy a forzarte a nada- agregó separándose despacio. No quería arraigarse a ir más allá, pero quería ser sincero con él.

Rubén no lo soltó y no dejó que se alejara- Sam... yo también quiero más ti- unió nuevamente sus labios- dame más- pidió entre besos.

Samuel se aferró más a su cuerpo, todo él ardía, ambos querían lo mismo, deseaban lo mismo. Pero no, no era el momento. No aún. Profundizo el beso y le dio un fin.

-Por favor, no me lo pidas así o no podré contenerme Rub- pidió calmadamente- no puedo- notó la triste mirada del menor- no me mal interpretes- dijo tomando sus manos besándolas- muero por hacerte el amor, por tomar tu cuerpo y no dejarte ir- el rostro de Rubén se tiñó aún más de rojo- pero no es justo... sentiría que estoy usándote para borrar un mal recuerdo y quiero que me ayudes a borrarlo, pero no así- lo abrazó con cuidado- también quiero ayudarte a borrar el tuyo... por favor, entiende-.

El menor asintió- lo entiendo, perdón me deje llevar mucho- respondió con una sonrisa radiante pero avergonzada correspondiendo al abrazo de su acompañante- ¿puedo... pedirte que pases la noche conmigo?- pregunto sin quitar la mirada del suelo- no, no haremos nada... sólo... emmm-.

-Amaría dormir abrazado ti- le susurró ocultando su rostro en sus cabellos.

-Entonces ¿sí?-.

-Si- sintió como Rubén se aferraba más a él y eso lo hizo sonreír.

Llamó a su padre, para informarle que esa noche se quedaría en la casa de Rubén, sin dar más explicaciones, y que volvería al día siguiente.
Prepararon pastas para cenar juntos, haciéndose bromas entre ellos y luego se pusieron a ver una película de terror, se reían de los efectos especiales que no eran nada creíbles comentando como habían cambiado a lo largo de los años.

Mi trébol de cuatro hojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora