Capítulo 70

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Rubén sintió curiosidad por aquel entorno, el lugar donde vivió el pequeño Samuel. Lo siguió por el pequeño pasillo hasta las escaleras y luego hasta arriba a un pequeño altillo atiborrado de cosas antiguas del actual propietario.

-Aquí está- dijo Samuel moviendo unas cuantas cajas.

-Es una rejilla de ventilación-.

-Tengo que abrirlo- murmuró buscando alguna herramienta para poder hacer palanca.

-Aquí hay una caja de herramientas, Samu- dijo Rubén acercándosela.

-Gracias Chiqui- la abrió y buscó algún objeto que lo ayudara con ello.

Cuando logró abrir la rejilla introdujo sus manos y sacó un pequeño cofre de madera tallado con varios lirios por el exterior.

-¿Qué es eso?- preguntó.

-Te lo mostraré en la noche- dijo demasiado serio.

Lo miró con inocencia pero se le acabó al hablar- ¿Lo que hay en el cofre también?- preguntó con una sonrisa subiendo y bajando las cejas.

Samuel no pudo reprimir la carcajada, era casi imposible que aquel chaval no lo hiciera reír cuando se lo proponía, incluso cuando no lo hacía.
Bajaron para dar un par de vueltas por la casa, para saciar la curiosidad de Rubén, no hubo habitación en la que no entrara, desde la que había sido la de Sam hasta el pequeño baño, le parecía tan extraño estar en la casa que alguna vez fue propiedad del padre de su novio. Había perdido de vista al mayor, lo encontró parado en el medio de la sala estático en un punto, mirando al techo.
La sala. El techo. La viga.
El menor lo abrazó con fuerza, trayéndolo de sus recuerdos infantiles a la realidad.

-¿Rub?-.

-Quiero ir a casa- dijo sin mirarlo.

-Está bien- dijo mirando, quizás, por última vez, aquella sala.

Salieron de la casa, cerrándola y dirigiéndose al bar para devolver las llaves. Rubén se negó a entrar, ya que Víctor no le había caído para nada bien, entonces Samuel ingresó sólo para devolver la llave y despedirse rápidamente del anciano, aunque este lo invitaba a beber con él alguna cerveza, pero se negó, diciendo que estaban muy ocupados, que sería para la próxima vez.

-Está bien, está bien, ven por nosotros- dijo Rubén cansado dando una ubicación cercana.

-¿Tus padres vienen por nosotros?- preguntó Samuel llamando su atención.

-No, Auron- respondió- no sé qué le pasaba, estaba demasiado insistente en venir por nosotros, le di la dirección de una plaza cercana, debemos ir a esperarlo allí- dijo tentado de tomar su mano- vámonos antes de que ese sujeto salga- agregó con un bufido.

-Chiqui, no te enfades con él-.

-Pero su actitud y pensamientos es del siglo pasado-.

-Pero eso no lo hace menos persona, eran otros tiempos, a muchos les cuesta aceptar ciertos cambios, así como a nosotros nos costará aceptar los cambios en el futuro-.

-Deja de tener razón en todo cabrón- dijo molesto desviando la mirada, porque en el fondo sabía que, el mayor tenía razón. Pensar diferente fuera bueno o malo no te hacia mejor o peor persona. Lo que es malo o injusto para alguien puede que sea lo contrario para la otra parte.

Caminaron hasta la pequeña plaza donde esperarían a Auron, Samuel estaba sentado en una de las bancas y Rubén se sentó en sus piernas.

-No quiero que se me enfríe el trasero- dijo el menor divertido al ver el ceño fruncido del mayor- ¿estás bien?- preguntó serio acariciando su barba y su cabello.

Mi trébol de cuatro hojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora