Capítulo 92

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Antes de que Sam despertara, Rubén ya había cambiado de turno con Roberto y se fue derecho a la universidad. Roberto le entregó una bolsa de papel con un desayuno rápido para que el menor lo consumiera de camino a la universidad.
La tormenta había cesado pero el cielo seguía de un gris oscuro, probablemente en cuanto saliera de la universidad estaría lloviendo de nuevo.
Hizo un gran esfuerzo para prestar atención a sus clases, sabía que Samuel lo regañaría si no lo hacía. Sonrió cuando en su segunda clase de la mañana le llegó un mensaje del susodicho al móvil "concéntrate, Doblas", pensaría en él a la hora del almuerzo y en los recesos.

Por su parte, Samuel había despertado y antes de poder desayunar comenzaron los nuevos análisis, la doctora Muriel, una señora que pasaba los cincuenta, le dijo que prefería tener los resultados de los análisis estudiados por ella para compararlos con los del hospital y él no pudo más que aceptar.
No era algo que le gustará, estando en el hospital no había dejado de pensar en aquel lejano tiempo en el que pasaba sus tardes en una blanca habitación, leyéndole a su madre algún libro que había pedido prestado en la biblioteca de la escuela, mientras ella estaba acostada en la cama, soportando el dolor de su enfermedad y el que le causaba su destino.
Trató de enfocarse en cosas positivas mientras le hacían los estudios generales. La sonrisa de su padre cuando veía a Victoria reír, la escandalosa risa de Fargan y Herny durante la fiesta de año nuevo, la mirada dulce de Elyas sobre Minet, las risas de Nieves y la incomodidad de Akira en los días de carnaval. Los enojos de Jesús al perder las partidas, los días en el lago con todos sus amigos, el cumpleaños de Doblas y sus momentos de intimidad, incluso cuando le rompió la nariz a Bruno.
Cerca del medio día y ya muerto de hambre, agradeció a los cielos cuando la doctora al fin se compadeció de él y dio por terminada la ronda de estudios. Mientras comía le llegó un mensaje con una fotografía de Rubén.

Chiqui:
"Estoy comiendo sano como me dijiste, recupérate pronto, que muero porque seas el postre"

Sonrió. Al mensaje adjuntó una foto de la fuente con su comida, se sorprendió que en lugar de un postre o gelatina el menor eligiera una banana. Pero entendió de inmediato el final de aquel mensaje y su doble sentido.
Tipeó rápidamente su respuesta y le envío una fotografía se su propio e insípido almuerzo, una pechuga de pollo asada, un poco de ensalada de tomate y lechuga, odiaba la lechuga, y de postre una gelatina de frambuesas.
Según su propio criterio era una comida de carceleros, pero no podía quejarse, sólo faltaban dos días para volver a casa.

-¿Y? ¿Qué opinas?- preguntó a su padre.

Luego del almuerzo Samuel le enseñó el diseño que habían hecho junto con Rubén la noche anterior.

-Es bellísimo, Sami, sabía que diseñarías algo sobrio- le sonrió Roberto- y los detalles de Rubén se acoplan muy bien a tu diseño original-.

-Rub dijo que si el diseño era muy elegante y ostentoso, probablemente nadie querría entrar a comprar- le dijo viendo nuevamente el bosquejo- creo que tiene razón-.

-Pues... tenemos que elegir el material y sacar los costos para enviarle a Elyas- suspiró resignado- no quería pedirle aceptar el dinero de Elyas, pero no podíamos pedir otro préstamo al banco, ya se nos dificulta con uno como para pedir otro y que se nos vayan de las manos los intereses-.

-Descuida papá, en cuanto salga de aquí buscaré algún trabajo de medio tiempo para terminar de pagar lo del banco y luego enfocarnos en pagarle a Elyas- lo animó con una sonrisa.

-Tu primero recupérate- dijo tomando su mano- no es fácil verte así Sami- agregó conteniendo sus lágrimas.

-Papá, yo no voy a morir aún- dijo con seriedad mientras recibía una mirada sorprendidas por parte del mayor- yo también he estado recordando a mamá estando aquí... así- dijo señalándose a si mismo acostado en la cama- yo estoy bien, no me duele nada- agregó.

Mi trébol de cuatro hojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora