Por el Tiempo

Siete: Un almuerzo... especial (Parte 2)

—Si, se lo dicen seguido —dije, riendo torpemente, sudando de los nervios.

—Uy, perdón, es que... el parecido es... muy parecido —dijo mamá, nerviosa. Después soltó una risita torpe, igual a la mía, y lo saludó con un beso en la mejilla—. Yo soy Valeria. Bienvenido a la Argentina, Joe.

—Él no habla mucho español, ma.

—Oh, cierto —Volvió a reírse, nerviosa, y le repitió lo mismo a Michael, esta vez en ingles. Él nos miraba parlotear sin entender ni una papa. Ahora, si.

—Gracias, es muy amable —le dijo, sonriendo tímido. Con las manos juntas detrás de su espalda.

—Oh... Tiene la misma voz —mencionó mamá, asombrada—. De seguro te va muy bien en tus presentaciones.

Michael frunció el ceño.

—¿Mis qué?

—Bueno... Samanta me dijo que eres un imitador profesional, que contrató el club de fans para un show, por eso estás aquí en Buenos Aires.

—Ah, si, si. Estoy... haciendo una tira de presentaciones por Latinoamérica y... ahora... estoy en Buenos Aires.

Mamá y yo lo miramos con cara de póker. O sea, ¿qué fue eso? Tal vez Michael de verdad no sabía mentir...

—¿Y te va bien?

Di algo bueno, Michael.

—¿Cómo dice?

—Si te va bien con tus shows. O sea, si lo imitas bien a Michael.

—B-bueno, no lo sé. Las personas siguen pagando por verme, así que... —dijo, y se rio. Quise golpearme al oírlo. Cuando notó que solo él se reía, dejó de hacerlo—. Lo siento —dijo, más serio. Carraspeando forzosamente—. Es que el perro me pone incómodo.

—Entiendo... —dijo mamá, mirándolo raro. Después sonrió simpática, queriendo hacer sentir cómodos a todos—. Bueno, te felicito. No es fácil imitar a un grande como Michael. Sobre todo con lo criticona que es la gente.

—Muchas gracias —Le sonrió.

—Bueno. Ahora vengo, voy a ir a llamar a los demás. Pónganse cómodos.

—¿Ya lo arruiné, verdad? —me preguntó Michael en un murmullo, apenas mamá nos dejó solos. Estaba nervioso.

—No, todavía estamos bien —le contesté, sacando a Coki al patio de enfrente, y cerrando la puerta otra vez—. Tenés que calmarte, Michael. O esto terminará siendo un desastre.

—Lo sé, lo sé. Lo siento.

—Respirá.

—¡Sami, bonita!

Me volteé con una sonrisa inmediatamente al escuchar la voz de mi papá. Venía entrando al living con Daniel y mamá atrás suyo. Vistiendo una de sus típicas camisas a cuadros y jardinera de jean azul.

—¡Hola, papi! —chillo, acercandome rápidamente a él para abrazarlo. Ya sé que es infantil llamarlo así teniendo veintiún años, pero me da igual—. ¿Cómo estás?

—Mejor ahora que mi nena está en casa —dice, besandome el cachete antes de que deshaga el abrazo—. ¿Vos como estás?

—¡Ansiosa por probar tus empanadas, pa!

—Ahora las sirvo. Hay que poner la mesa primero. ¿Quién es tu amigo? —dijo, pasando a saludar a Michael, quien se animó a presentarse él mismo con papá. Nervioso. Le dijo lo mismo que a mamá.

Me quedé mirándolo hablar con mis padres, sonriendo. Coki le saltaba en las piernas con la lengua afuera. No sé como entró de nuevo.

—¿Viste que es re parecido? —mamá le dijo a papá, mientras ambos lo miraban sorprendidos. Sonreí por eso. "Joe" estaba manejando bien la situación.