Veinticinco: Si Me Quedo... (Parte 1)

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Narra Michael


Un día más que empieza. Me levanto temprano, muy temprano. El cielo afuera está oscuro, aun no me acostumbro al horario de aquí. Tampoco consigo volverme a dormir, por lo que me levanto.
Me quedo junto a la ventana que hay en la habitación, la que Sam adaptó para mí.

A pesar de que aún es de madrugada, afuera hay mucho tráfico y ya empieza a haber más movimiento. Bostezo, y sigo apreciando la ciudad con calma. Esto me recuerda a mis días en las habitaciones de hotel, cuando salía de gira.
Miro la luna, grande y blanca en lo alto del cielo nocturno, sonrío, fascinado de su belleza.

Después llevo la mirada al ropero, donde está el portal. Me acercó, abro la puerta y corro a un lado la ropa que uso, ahí atrás, en la madera, está el portal. Aún sigue cerrado, pero su tamaño a aumentado. Me llevo una mano a la nuca, donde tengo aquella mancha. En los últimos días me ha molestado bastante.

Me canso de estar en la habitación y salgo, descalzo y en pijama por el pasillo, sin hacer mucho ruido. Paso por la puerta de la habitación de Sam y escucho sus ronquidos, me causan gracia y ternura. Sigo mi camino hacia el living.

Me entretengo mirando con curiosidad los cuadros y adornos que hay en la repisa de los muebles de Samanta.
Hay un pequeño muñeco de plastilina, muy parecido a mi en mis presentaciones de Billie Jean, pareciera que un niño lo hubiera hecho. Hay más fotos y cuadros familiares, reconozco a Sam en todos ellos con sus padres y amigos del Club de fans. En otra repisa, detrás de todos los adornos, hay un dibujo de dos niñas tomadas de la mano, decía "Summer y yo". Era un dibujo que Sam hizo de niña.
Había más dibujos y fotos, muchas de Sam durante su infancia y adolescencia.

Sonreí, encantado con todas las fotos. Sam era hermosa, una mujer divina, y con un corazón tan especial. No recordaba cuando fue la última vez que conocí a alguien tan honesta como ella.
No sé porqué motivo vine a parar al año 2021, pero conocerla a ella, había sido excusa suficiente.

Cada vez que pensaba en la dulzura de Samanta, me acordaba del 19 de diciembre, la fecha de mi regreso, y todo se complicaba para mi...
Sé que mi tiempo aquí se está acabando, pronto podré volver a mi vida de siempre, pero sintiendo un vacío, de eso estaba seguro.

Samanta y yo creamos un mundo aquí, yo llegué para cambiar su vida y ella la mía. Después de ese 19 de diciembre, todo volvería a la normalidad, pero nada sería igual.
Sé que pasaré mis días pensando en ella, en los días que compartimos, y los momentos en los que ella estuvo para mí; una completa extraña, dispuesta a amarme como nadie más.

¿Como pude ser tan bendecido con esta mujer en mi vida?

A veces creo que todo es un sueño. Es tan bonito tener su cariño, se siente tan bien...
Ya sé que me va a doler tener que irme y dejarla aquí.

La mañana llega rápido, solo lo noto cuando veo a Sam salir de su habitación recogiendose el pelo, ya vistiendo su uniforme del trabajo. Me ocupo de preparar el desayuno para ambos.
Me sonríe en modo de saludo antes de pasar para el baño, y yo le sonrío igual, encantado de tener su atención.
El mishi viene corriendo a donde estoy, me pide que le dé cariño y luego comida. Así es todas las mañanas.

Sirvo el café de Sam y dejo las tostadas sobre la mesa, me siento a esperarla. La mancha en mi nuca sigue doliendo, imagino que el portal se está expandiendo. De solo pensarlo el estómago me cosquillea.

El sueño está llegando a su fin. Y no sé si alegrarme por eso o todo lo contrario.

La puerta del baño se abre, Sam entra a la cocina, aún con la cara somnolienta y el cabello peinado en una cola alta.
Se sienta enfrente mío, bostezando, y me mira.

Por el TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora