Por el Tiempo

Seis: Ven Conmigo (Parte 1)

Unos incesantes golpes en la puerta interrumpen mi sueño, y gruño, con la cara enterrada en la almohada.

—Déjenme seguir durmiendo, por favor... cinco minutos más —balbuceo, dándome vuelta en el colchón, sintiendo como me voy enredando con las sabanas. Aun me rehúso a abrir los ojos, quiero seguir durmiendo, pero los golpes siguen—. Mike-Kathy, andá a abrir la puerta...

—Samanta —Más golpes a la puerta.

Ahora si logro despertarme por completo. Abro mis ojos y me levanto asustada, al no reconocer la habitación en la que estoy. Miro a todos lados, pero solo estoy yo. No hay peligro alguno. Después veo el uniforme negro de servicio doméstico colgado dentro del placard y me tranquilizo, comienzo a recordar todo lo sucedido. Respiro hondo.

Ya veo que me costará acostumbrarme a despertar en este lugar.

Una sonrisa nostálgica se me escapa al darme cuenta de que Mike (Kathy, al final), mi adorado felino negro con manchas blancas, no se encuentra aquí conmigo. Y soy consciente de lo mucho que lo extraño, y lo raro que se siente tener toda la cama para mí. Incluso extraño dormir incómoda por no molestar al gato que dormía como un rey, con todo el espacio de la cama solo para él.

—Saaam... —Alguien vuelve a golpear, esta vez con más prisa.

Reconozco la voz de Mary y me levanto con prisa de la cama para abrir la puerta. Ni si quiera me preocupa mi aspecto. Así, recién amanecida es como abro la puerta.

—Buenos di –

—No, nada de buenos días, Sam —Me interrumpe de sopetón, y se mete en mi cuarto con prisa, cerrando la puerta. Me apresuro a cubrir mi mancha con la remera que llevo puesta para que ella no la note.

Mary luce esplendida con su pelo afro y su uniforme impecable. Noto que carga una bolsa negra mediana, pero no le presto atención a eso, si no a su tono de voz.

—¿Qué ocurre? —Frunzo el ceño.

—¿Tienes idea de la hora que es? Si la señora Sylvia te descubre, estás en graves problemas —rezonga, mirándome molesta. Pero luego respira hondo y la expresión en su rostro se suaviza—. Tienes que agradecer que hoy vine más temprano y que aún tenemos tiempo. La señora Sylvia siempre nos da treinta minutos para alistarnos y desayunar antes de comenzar con nuestros deberes —me explica—. Tal vez no lo entiendes aún porque eres nueva, pero eso no le importará a la señora Sylvia. Si tiene que llamarte la atención, lo hará, y de la manera más escandalosa, porque así es ella. Y créeme, no es bueno que ella te llame la atención todo el tiempo.

—Ups... —expreso, dándome cuenta del grave problema en el que pude haber estado metida si Mary no me hubiese despertado. Ahora que sé lo que ella me ha dicho, entiendo lo grave que es fallar si quiera en lo más mínimo en este trabajo, sobre todo teniendo a la señora Sylvia de supervisora—. Perdón, esto... no volverá a pasar.

—Tranquila, nena —Sonríe de pronto—. A mí me pasó los primeros días que empecé a trabajar aquí. Es normal. Pero no debes acostumbrarte.

—No, claro que no —aseguro con firmeza—. Pero, aun así, gracias, Mary.

—No te preocupes... Oh, ten esto —Me entrega la bolsa negra y mi curiosidad hace que la abra en ese momento—. Te traje la ropa, y además me tomé el atrevimiento de comprarte algunas cosas personales que sé que puedes llegar a necesitar. Al menos hasta que el aeropuerto logre localizar tu equipaje.

La bolsa estaba repleta de shampoo, crema para el pelo, jabones, perfume, toallitas, algo de medicina, e incluso cosas de primeros auxilios, entre otras cosas. Algo de ropa y...