Dos: Confía en mí

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-¿Esa es Mary? -dijo él, por lo bajo, frunciendo el ceño. Y sonrió.

-¿Quién?

-Mary, mi empleada del servicio doméstico de Neverland -me explicó, feliz-. Era como una madre para mí...

La puerta volvió a ser golpeada.

-Señor Jackson, ¿está bien? ¿Necesita que llame a alguien?

Nos miramos, sin saber qué hacer.

-Tienes que responderle antes de que entre aquí y nos vea -susurré, al borde del infarto.

Michael asintió.

-Eh... ¡Descuida, estoy bien! -Contestó en voz alta, queriendo sonar normal. Y pareció funcionar.

-¿Seguro señor?

-¡Si, no te preocupes!

-De acuerdo. Oh, por cierto. En un instante estará el almuerzo, señor. ¿Quiere que lo suban a la habitación o -

-En la habitación está bien, gracias.

-Si, señor. Me retiro.

Escuchamos sus pasos alejarse de la puerta y respiré de nuevo. Cuando volví mi mirada sobre Michael, estaba pálido y temblaba. Se miraba atónito frente al espejo.

-¿Esto... está pasando de verdad? -preguntó al aire, palpandose el rostro, aún sin creerlo.

Su comportamiento me empezó a preocupar. Me acerqué.

-Tranquilo -Lo tomé de las manos-. Le buscaremos una explicación a todo esto. Me miró a los ojos, desesperado y me esforcé por transmitirle calma. Pareció funcionar, porque presionó mis manos y me sonrió cálidamente. Aunque yo no estaba tan tranquila como parecía con todo esto-. Ademas, no se si alguna vez te lo dije pero... la era Dangerous siempre fue mi preferida -Sonreí, guiñandole un ojo.

Soltó una risita y en segundos sus mejillas se pusieron rojas. Sonrió. Ahí estaba su carismática sonrisa de vuelta. Ahora se veía un poco diferente, pero seguía siendo única y especial.

Volvi a mirar a mi alrededor. Suspiré.

-Por eso está habitación me parecía conocida de algún lado... -expresé. Y aunque soné tranquila, por dentro estaba en un shock emocional muy grande-. En serio, no puedo creer que estemos aquí...

-Yo tampoco. Vaya... jamás pensé que volvería a Neverland...

Volteé a verlo. Michael recorrió la habitación con una mirada de nostalgia y... dolor. Me conmoví al ver esa tristeza en sus ojos. Sé que al estar dentro de esta habitación, rodeado de estas paredes, le fue inevitable revocar los recuerdos. Todo lo que vivió aquí, en el lugar que llamó hogar por muchos años, en el que vio formar una familia y luego desmoronarse, en el que encontró su felicidad y luego... todo se oscureció para él. Fue el lugar más mágico y maravilloso que pudiera existir, desconectado del mundo real, hasta que después fue invadido por la maldad.

Imaginé lo mal que debía sentirse de solo estar aquí de nuevo, después de todo eso, y recordarlo todo de golpe quizás no era lo mejor ahora. Para ninguno de los dos.

-No pienses en eso ahora -susurré, acunando su rostro entre mis manos. Él pareció volver al presente, dejando esos recuerdos perturbadores atrás.

-Tienes razón... -Pestañeó un par de veces, para ahuyentar las lágrimas que se aproximaban a sus ojos cristalizados-. Hay que... concentrarnos en otra cosa. Busquemos el portal.

-Eso está mejor -Le sonreí, leve-. Pero, ¿crees que esté aquí?

-Tal vez -Miró la habitación, con duda-. Hmm... ya sé, ¡revisa en los armarios! Yo buscaré en el piso de arriba.

Por el TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora