Dieciséis: Haciendo las... ¿paces?

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¡¡¡Ya somos 3K de lecturas!!! (se va llorando)



¿Que harían ustedes después de una ruptura amorosa? ¿Llorar? ¿Comer? ¿Buscar a alguien más? o tal vez buscar a alguien que te contenga y te ayude a sentirte mejor, alguien como un amigo tal vez.

Pero yo no tenía a nadie. No quería hablar de esto con Olga porque eran cosas minúsculas a comparación de los problemas que ella tenía, y ya no quería molestar más a Gina, además de que yo todavía no me sentía lista para hablarlo con alguien.

Pero de seguro lo habría hecho con Michael, porque estaba segura que él me escucharía sin juzgarme y me diría algo real que me hiciera sentir tal vez un poco mejor.

Pero no fue así. No lo hablé con Michael. de hecho, no hablé con Michael por completo.

Fue desde ese sábado que todo se puso raro y algo pasó entre nosotros, pero no supe qué. solo sé que él empezó a ser más distante y silencioso conmigo.

No seguía mis conversaciones y si estábamos en la misma habitación, el simplemente se iría. Sentí que me estaba evitando. Y yo no entendía porque, que era lo que había pasado.

Pero de por sí ya me sentía mal con lo de Daniel, ahora el comportamiento de Michael me hacía sentir miserable.

Así que intenté arreglar las cosas ese domingo. Tenía que desayunar y salir para el club de fans, la junta comenzaba a las once. Me levanté temprano y no fue buena idea teniendo en cuenta lo mucho que había llorado ayer y mi maldito periodo que no perdía oportunidad para hacerme sentir más adolorida.

Me cambié el pijama mientras Mike se estiraba en la cama y volvía a acomodarse en otra extraña posición para seguir durmiendo. Revisé mi celular como de costumbre, esperando que hubiera un mensaje de Daniel, tal vez arrepintiéndose por lo de ayer. Pero no, no había nada.

Tal vez esto iba en serio. Pero, ¿esta era la mejor manera de cortar dos años de relación para él?

Ni siquiera nos dimos un último adiós de buena forma.

No es que quisiera volver a lo de antes, porque si no funcionó en ese entonces, mucho menos lo hará ahora. Pero, todo ese cariño que yo le tenía a Daniel por todo el tiempo que estuvimos juntos me hacía sentir mal por la forma en que todo acabó.

Supongo que solo quedaba aceptarlo y retomar cada quien su camino.

Salí al comedor, lista para la junta. Michael estaba de pie junto a la ventana del comedor, apreciaba la vista de Palermo. Me daba la espalda, así que no notó que me quedé allí, en la entrada del pasillo, admirándolo un rato.

Vestía una camisa verde a rayas, pantalones de jean azul y sus mocasines. Tenía el pelo rizado por completo y bastante largo, recogido en una coleta. Suspiré, sin quitarle la mirada.

A veces me quedaba mirándolo, y me costaba creer que todo esto fuera real...

—Buenos días —me anuncié, antes de que él se girara y me viera ahí, espiándolo.

—Hey, hola —Por más que quiso sonar amable, ni siquiera me devolvió la sonrisa.

Una puntada en el pecho me hace fruncir el ceño.

—¿Está todo bien, Michael?

—Sí, lo está. Preparé café, por si quieres —intenta cambiar el tema.

Intento no ser molesta con esto, así que me siento en la barra y lo dejo pasar.

Él sirve el café de la cafetera, pero me doy cuenta que solo hay una taza.

Por el TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora