FINAL (Parte 1)

363 44 19
                                    


Final 1/3

(Reproducir canción en multimedia: Yes To Heaven - Lana Del Rey)



Reacciona, Sam. Esto es real. Él está aquí, contigo.

¿Lo es? ¿Es real esto?

Todavía estaba tan atónita con lo que mis ojos veían. No podía ser cierto, quería creer que no lo era. Estaba tratando de ser realista para ya no tener que sufrir más con las ilusiones que creaba mi desesperado corazón. Si esto era producto de mi cabeza otra vez, no me alegraba. Verlo otra vez solo me lastimaba, me hacía perder todas las fuerzas que había ganado. Todos los días que me obligué a salir de la cama, que me obligué a dejar la oscuridad que me estaba consumiendo. Los días que luché para ya no llorar más, para que la tristeza no se llevara todo de mí. Ahora todo mi esfuerzo se iba al caño por una ilusión como esta. Por verlo de pie, frente a mí. Sonriéndome así.


Pero de a poco me iba convenciendo de que no se trataba de otra ilusión. Tampoco parecía ser un mal sueño de mis ansias por volver a verlo, no. Esto era real, estaba pasando al fin. Y yo no podía reaccionar.
Tantas noches que pasé llorándole a la luna para que él volviera, tantos fueron los días en los que una niebla oscura se apoderó de mí, de mi hogar, y me condenó a una depresión de sueños rotos, abrazos no dados, lágrimas derramadas y besos que faltaron por dar. Un vacío de añoranza, ahí es donde había estado viviendo todo este tiempo, abandonada. Llorando por dentro, extrañándolo con todo mi ser. Extrañando todo de él, desde su sonrisa maravillosa que alegraba mi alma, hasta sus defectos que me sacaban de quicio. Y eran tantas las noches en donde me hicieron falta sus brazos. El frío no fue compasivo conmigo, me congeló el corazón porque no estaba él con sus besos para calentarlo. La cama se hizo inmensa y se volvió traicionera. Al principio me dio consuelo, dejó que yo llorara en ella mis lágrimas de un desamor. Pero después me condenó a quedarme así, sufriendo noche y día, sin siquiera abrir las ventanas para que entrara el sol, sin encender la radio para que la música sanara mi acongojado corazón. Me condenó a morir lentamente en ella, perdiendo mi esencia, mis sonrisas, mis anhelos, todo lo que me hacía ser yo, todo lo que a él más le gustaba de mí.
Lo fui perdiendo todo después de que me dejó.

Y de las cenizas, de lo pulverizada que quedó mi vida, me vi obligada a resurgir. De cero. Ya no tenía nada, y nada tenía para perder. Me obligué a despertar, no me quedaba de otra, tenía que seguir, aunque doliera, (y siempre va a doler).

Solo nos queda sonreír, aunque estemos rotos por dentro, y seguir.


Fue difícil aterrizar en la realidad y convencerme de que él realmente estaba ahí. Lo miraba como si fuera la primera vez que lo veía en mi vida. Como si no conociera a ese hombre, como si no hubiéramos vivido toda una historia juntos. Parecía que habían pasado mil años desde que lo vi por última vez, pero todo en mí seguía siendo igual. Mis sentimientos no habían cambiado, aunque el tiempo pasara. Todavía tenía ese efecto en mí, todavía me temblaban las piernas y se me aceleraba el corazón de solo verlo, y cuando sonreía...

Mis ojos envueltos en lágrimas decían mucho en ese momento, en ese reencuentro. Yo solo esperaba que él pudiera comprender sin necesidad de decirle nada, porque sinceramente las palabras no me ayudarían ahora.


Si supieras las noches que pasé extrañándote, como nunca en mi vida extrañé a alguien, sabrías comprender la tristeza de mis ojos...



—H-h-hola... —Fue lo único que logré decir, antes de que la voz se me quebrara. Tragué con dificultad, pero el nudo en mi garganta no se fue—. ¿Cómo... cómo es que...?


—Nos quedaba un último eclipse, ¿recuerdas? —Él sonreía.


Yo, en cambio, estaba en blanco todavía. Apenas lograba coordinar mi cabeza con lo que decía.


—No, yo... lo había olvidado —dije, mirándolo.


—Ah... —Su mirada se transformó en una de desilusión. Su sonrisa se apagó—. Lo siento, yo... pensé que te daría gusto verme.


Me sentí clavada al suelo, congelada en el lugar. Estancada en mi espasmo. Tanto que no podía coordinar las palabras, ni mis pensamientos. Tampoco sabía cómo expresar todo lo que estaba sintiendo ahora mismo. Se me dificultaba el poder aclarar mis ideas, callar las voces de mi cabeza. Todas las inseguridades, las dudas, todas esas preguntas que aparecieron desde que él se fue. Muchas cosas que quería decirle, algunas no eran tan buenas, venían de parte del dolor y la tristeza que había sentido cuando me dejó.

Por el TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora