Treinta y Tres: No Vayas...

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—¡Una Coca Cola para la mesa tres!

Escucho a Lucia decir, mientras entra a la cocina con una bandeja llena de platos sucios. Yo guardo mi celular en el bolsillo de mi delantal y me acerco a las heladeras. Tomo una de las gaseosas y se la entrego a mi compañera.

—¿Día movido? —le pregunto, ya que solo he estado en la cocina desde que comenzó mi turno.

—Ni te imaginas —me dice, con cansancio—. Hay mucha gente. Pensé que no vendría nadie porque ayer fue navidad, pero resulta que todo el mundo ahora quiere comer aquí.

Solté una risita y le recibí la bandeja con los platos. Los dejé cerca del fregadero para comenzar a lavarlos.

—Bueno, el día está muy lindo para salir a comer algo fuera de casa.

—En realidad se ha llenado de gente porque todavía no tenemos delivery —dice, y noto un tono diferente en su voz. Tal vez, inevitablemente pensó en Agustín.

—¿Qué ha dicho Marcelo sobre eso? ¿Todavía no contrató a nadie?

Niega, queriendo mostrarme un semblante normal.

—Al parecer, todavía no —Se encogió de hombros—. Voy a llevar esto a la mesa tres.

Tomó la gaseosa y salió de la cocina. Por mi parte me quedé viendo por donde Lucía había salido, pensando en su semblante. Ni siquiera habíamos mencionado a Agustín y sin embargo era obvio que ella aún estaba mal, no lo superaba. No era fácil.

Respiré hondo y volví a concentrarme en mi trabajo. Había muchos platos por lavar. Me coloqué los guantes de goma y tomé la esponja, cuando mi celular vibró.

Ya que estaba sola, y Marcelo no había venido hoy al restaurante, me tomé unos minutos para revisar mi teléfono.

Eran mensajes de Daniel.

"Eso no es nada. No vas a creer lo que me pasó a mí en navidad".

"¿Quieres el story time? Es gratis :)"

Solté una risita mientras leía sus mensajes y me apresuré en contestar.

"Si, me gustaría. Pero no creo que sea mejor que el mio"

"Créeme, Sam. Te caerás de culo"

Sonreí.

"Ok, suelta el chisme". Escribí, y en cuanto leyó mi mensaje, comenzó a grabar audios.

Hacía una semana que había retomado conversación con Daniel, desde ese día que nos vimos en el supermercado. Me habló unos días después para decirme que el regalo le había encantado a su madre y que no le creyó cuando le dijo que él lo había elegido. Me hizo reír y pensé que tal vez no era mala idea responder a sus mensajes. Nos hablábamos bien, como amigos y eso me hacía sentir menos incómoda.

Sé que mucha gente dice y piensa que volver a hablar con su ex es un error. Pero Daniel y yo habíamos dejado las cosas en paz y nos entendíamos hablando, así funcionabamos. Y yo creo que hablarnos bien era más de adultos que, ignorarnos como si nunca nos hubiéramos conocido.

Por el TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora