Veintiséis: ¿Están Saliendo?

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No sé qué estaba haciendo, no sé porque acepté hablar con Daniel estando Michael aquí presente. No puedo creer que lo haya hecho esperar en el auto. Ahora me arrepiento seriamente de lo que hice. Pero seamos honestos, Daniel y yo teníamos una charla, muy extensa, pendiente.
Los años de relación que compartimos no me permitían tratarlo como un extraño, o alguien a quien solía conocer. Claro que no. Yo creía que, si este era nuestro adios definitivo, entonces tendríamos que despedirnos bien. Porque yo no podría decirle "adios" a lo que viví con él si antes no había logrado desahogarme y cerrar todos esos temas pendientes que no me dejaban estar en paz, que no me permitían avanzar.

No sé si estaba lista para despedirme por completo de Daniel, tampoco sé si lo que quería era volver con él, lo que si sé, y estaba segura de ello, era que quería estar tranquila.

Y lo mejor fue hablarlo de una vez, desahogarse, sin importar el momento.

—¿Están saliendo? —Fue lo primero en decir.

Sabía que se refería a Michael y yo.

—Daniel...

—Estaban tomados de la mano.

—No, Daniel. No estamos saliendo. ¿Puedes decirme que es lo que quieres hablar?

Me miró, como no me había mirado en mucho tiempo. Tal vez buscaba algo en mí, no supe qué. Me mantuve serena.

—Estas más linda... Gracias por aceptar hablar —me dijo, después de quedarnos un rato en silencio—. Pensé que me odiabas, como saliste corriendo aquel día en el karaoke.

Mierda. Si me había visto.

—No salí corriendo. Yo...

—No, no, está bien. No hace falta que lo niegues. Yo lo entiendo.

Lo miré.

—Si, lo hice. Tienes razón, también llegué a odiarte, como estoy segura de que tu también me odiaste en las últimas semanas.

Se rascó la nuca, esquivando mi mirada.

—Tenés razón. No te lo voy a negar, pero es porque estaba muy molesto con vos.

—Si, yo también lo estaba despues de la fiesta y no por eso terminé contigo por teléfono.

—¿Me estás reclamando por eso? —pareció ofenderse.

—¡Obvio!

—Disculpame, pero así era mejor. Las cosas ya no iban más de esa forma.

—No, por supuesto que no. Al parecer ninguno de los dos supo hacer las cosas bien —me crucé de brazos, mirándolo de reojo.

Él comenzó a perder la paciencia, yo empecé a molestarme por haber aceptado hablar con él, por estar aquí. Porque era obvio que esto iba a terminar en discusión. Pero si eso era lo mejor para los dos, entonces estaba dispuesta a dejar que él me dijera mis verdades en la cara, mientras yo pudiera hacer lo mismo también.

—Quise hablar con vos desde antes...

—¿Cuándo?

—El día después de que terminamos.

—Que me terminaste, Daniel —le corregí.

—Oh, vamos. No quieras echarme toda la culpa a mí.

—No es eso. Me molesta que terminaste conmigo por teléfono. ¡Por teléfono! ¡Después de dos años de relación!

—¡Estaba molesto contigo! ¡No quería verte!

—¡Si, yo también! ¡Pero al menos habría intentado hablar las cosas antes de terminar y ya!

Por el TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora