Nueve: Un Propósito

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Capitulo largo para compensar el tiempo sin actualizar. Disfruten :)

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Del susto, cerré los ojos con fuerza, y me paralicé, mientras sentía una mano que cubría mi boca. Pero no me atreví a ver de quién podría tratarse. Aunque pronto escuché una risita y el agarre sobre mi boca se suavizó hasta quitar por completo la mano.

—Hey, soy yo —dijo en voz baja, riendo. Abrí los ojos—. No puedo creer que te hayas asustado. No voy a comerte... por ahora —agregó.

Lo miré con ojos grandes y los labios entre abiertos, sorprendida de tenerlo de pie frente a mí. No había pasado tanto tiempo, pero lo había extrañado bastante a cada minuto, tanto que tener por fin su figura enfrente de mi parecía más una ilusión mía. Pero él estaba ahí. Sonriendo con su sonrisa espectacular y ese brillo travieso en sus ojos. Sin maquillaje y con más de un rizo cayéndole sobre el rostro. Tan hermoso como lo recordaba.

—¿Cómo... Cómo es que...? —balbuceé—. ¿Cómo entraste?

—Pues por la puerta, ¿no?

—No seas tonto —Golpeé su brazo—. Sabes a qué me refiero.

—Tranquila, sé escabullirme muy bien por los pasillos de esta casa —Guiñó un ojo antes de sonreír orgulloso de eso.

Volteé a ver a ambos lados, como si alguien nos estuviera viendo, me sentí un poco asustada de que nos pillaran, pero por supuesto en la habitación no había nadie más que nosotros.

—¿Nadie te vio? —pregunté, aun así. Él negó—. ¿Estás seguro de que nadie te siguió?

—Muy seguro. Cálmate, nadie sabe que estoy aquí —dijo, tomando mis manos y entrelazando nuestros dedos—. Ahora, por favor, ¿podría mi novia abrazarme y recibirme de la manera más dulce posible, diciéndome lo feliz que le hace saber que estoy de vuelta mientras me llena la cara de besos, tal como me lo imaginé en mi cabeza? Así luego te puedo dar un beso como los de las películas.

Una sonrisa de tonta enamorada se me dibujó al oírlo, iluminando por completo mi rostro. Mis manos cosquillearon por tocarlo, mis brazos ansiaron volverse una bufanda sobre su cuello, y mi boca, que anhelaba uno de sus besos desde que se había ido, ahora lo deseaba con más ganas.

Y estuve a punto de besarlo, para poder embriagarme de su amor, mientras mis manos recorrían su camisa, subiendo por su pecho para envolverse en su cuello. Me acerqué más a sus labios. Pero apenas a unos centímetros de distancia, cuando nuestras respiraciones ya chocaban, me detuve, y en lugar de besarlo, le di un repentino golpe en el brazo, rompiendo con la escena romántica.

Michael chilló del dolor y la sorpresa.

—¿Ya nos pusimos rudos? Pero si ni siquiera nos hemos dicho buenos días —soltó, frotándose el brazo con una expresión divertida—. No me quejo de tu rudeza, pero hay que ir más despacio, nena.

Rodé los ojos, amagando a volver a golpearlo.

—Eso fue por no venir a verme apenas llegaste a Neverland —reclamé—. Llevo esperándote dos días, y tu -

—De hecho, si lo hice. Fue lo primero que hice al llegar. Solo esperaba poder verte, pero entonces Mary me dijo que no estabas y mis ilusiones se cayeron al suelo.

—Solo fui por los mandados que la señora Sylvia me ordenó.

—Lo sé, ella me lo dijo. Pero es que... Tenía muchas ganas de verte —Acarició mi mejilla, sonriendo—. Pero si ya había esperado dos días para verte, podía esperar un par de horas más.

Por el TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora