Me abrazo a mí misma y acelero mis pasos. Solamente me faltan dos cuadras para llegar a casa, lo cual me alegra, pues significa que dejaré de atraer miradas indiscretas. Durante el camino las personas no paran de señalarme y reírse como si yo no hubiera tenido suficiente, ¿acaso no poseen algo más importante que hacer? Porque les aseguro que existen cosas más interesantes que una chica pintada de verde.
El viento se estampa contra mi rostro y temo que la pintura se seque antes de que pueda quitármela. Experimento un cosquilleo en el estómago cada que un par de pupilas se clavan en mí. No me gusta sentirme expuesta. Tiempo atrás se instaló en mi interior un sentimiento de vacío y este todavía no alberga intenciones de irse. Por mucho que busco, no consigo descifrar cuál es la pieza que me falta, aquella que perdí. Y ahora nadie atesora el poder de garantizarme que todo mejorará con sólo una mirada, estoy sola.
Abro la puerta de casa y exhalo, como si de esa forma lograse expulsar mis malos pensamientos. Tiro mi mochila sobre el sillón y noto que la luz de la cocina yace encendida. Él llegó antes que yo de nuevo.
—¿Qué tal tu...?
Doy un portazo, enojada conmigo misma por no gozar de buenos reflejos que me permitieran reaccionar a tiempo.
—No preguntes. —Lo señalo, pero Diego estalla en carcajadas apenas se asoma y me ve—. ¡No te burles! ¿Te imaginas cuántos memes me estarán haciendo ahora?
Pensarlo provoca que regresen a mi mente aquellas ideas que me acompañaron en el trayecto. De hecho, creo que permanecieron allí, hostigándome. Intento apartarlas y olvidar todas las risas que desencadené.
—¿No decías que el verde era tu color favorito?
—Lo es, pero...
—Pero nada, ahí tienes. Puedo ponerte luces para que parezcas árbol de navidad, si te ayuda a sentirte mejor.
—¿Por qué me sentiría mejor así?
—Yo que sé, eras muy rara de niña —contesta, cesando un poco sus risotadas—. Una día te lanzaste por las escaleras afirmando que volarías y terminaste llorando con un moretón en la frente. Me pediste que te grabara volando por primera vez y acepté porque sabía que acabaría mal. Pensé que te romperías una pierna, pero sólo te desviaste el tabique. Aun así, fue épico.
—No me lo recuerdes. Tuve un pasado muy oscuro.
Puede resultar realmente molesto cuando se lo propone y hoy no me encuentro de humor para soportarlo. He quedado en ridículo delante de Ethan y si planeaba invitarme a salir, ya debe haberse arrepentido. Esperaba que fuese él quien me sacara el balde de encima, mas no sucedió.
Dejo que continúe mofándose de mí y subo las escaleras camino al baño, dispuesta a ducharme para erradicar toda esta pintura de mi cuerpo. Regresé lo más rápido que pude, ya que no quería que un perro me confundiera con un árbol e hiciera sus necesidades sobre mí, por ello procuré no detenerme demasiado en la estación del autobús. Después de bañarme y vestirme, entro a mi habitación y me posiciono frente al espejo con el objetivo de corroborar que no quede ninguna mancha. Examino mis mejillas, mi frente y una sonrisa se dibuja sobre mis labios, tras alcanzar mi cometido, pero esta decae al notar un detalle.
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Dibújame entre letras
Teen Fiction«Hay sonrisas por las que vale la pena esforzarse y la tuya es una de ellas». Sebastián se ha resignado a aceptar que nunca vivirá una historia de amor como la de los libros. Por esa razón, decide centrarse en escribir y leer las increíbles novelas...