18| Tu reflejo en mis letras

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No soy capaz de describir todas las emociones que arrasaron conmigo ayer

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No soy capaz de describir todas las emociones que arrasaron conmigo ayer. Temo que esto se trate de un sueño, despertarme en cualquier momento y chocar contra la realidad. Ha cambiado bastante, le ha crecido el cabello y su voz se ha vuelto más gruesa. Aunque en el fondo sigue siendo el mismo de siempre. Aquella persona que me aseguraba que todo saldría bien, que mamá estaría orgullosa de mí y que la pesadilla terminaría.

Anoche no dudé en cortárselo todo a papá y a Diego durante la cena. Ambos no podían creerlo al principio, por ende, les enseñé las dos partes del dibujo. Y juro que no los veía sonreír así desde hace mucho. Ivet también lo sabe, pues la llamé por teléfono luego de hablar con ellos. Planeaba presentarle a Sebastián, pero ambos ya se conocen gracias a alguien que al parecer fue más rápido que yo. Una lástima, adoro presentar personas.

Voy de camino a la universidad y llevo mi celular conectado al Bluetooth del auto de Diego, por lo que la música suena a su máximo volumen a través de los altavoces. Empiezo cantar cuando llega la parte del coro y mi hermano rueda los ojos.

—¡Y cómo mirarte, esos ojos que me dejan en enero!

—¿Eso significa que estarás sola en febrero?

—Es solo una canción de Sebastián Yatra. No lo dije literalmente.

Mi celular alberga más de mil trescientos temas correspondientes a distintos géneros. No sé cómo mi memoria soporta tanto, pero debo aprovecharlo. Además, me da pereza eliminar las canciones que casi ya no escucho. Enciendo la pantalla de mi móvil en busca de una canción para cuando aquella termine y dejo de prestarle atención a Diego.

—¿Así se llama? Ya entiendo por qué te gusta.

—¿Qué? —Levanto la mirada, pues me distraje.

—Nada —me sonríe y cuando pienso insistir, Diego detiene el coche frente a un semáforo en rojo y agrega—. ¿Me dejas escoger una canción?

Le entrego mi teléfono y permito que curiosee en la aplicación de música. Desliza su pulgar sobre la pantalla y selecciona un tema que identifico en seguida. Diego entona la letra y toquetea la bocina del auto, siguiendo el ritmo. Los pasajeros de un autobús situado a nuestro costado se giran a vernos con extrañeza producto de los ruidos del claxon. Sin embargo, a él parece no importarle.

—Y aquí se viene Azul azul con este baile que es una bomba. —Me señala y zarandea los brazos de izquierda a derecha—. ¡Para bailar esta es una bomba! ¡Para gozar esta es una bomba! ¡Para menear esta es...!

—¡Ya entendí que eres una bomba! —Lo interrumpo de golpe, provocando que se sobresalte, y bajo el volumen de la radio—. Las dos manos al volante, no te distraigas.

El semáforo cambia a verde, de manera que los coches ubicados detrás de nosotros tocan excesivamente la bocina para que nos movamos. Diego resopla y por fin avanza por la avenida.

Dibújame entre letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora