No soporto ver sus ojos llenos de lágrimas.
Por eso sé de inmediato que no puedo dejarlo solo en esto. Todavía me faltan entregar algunos trabajos en la universidad, pero procuro terminar con ello en la brevedad posible. Mientras actualizo la historia de Sebastián en Wattpad y aprovecho para borrar algunos comentarios ofensivos que no hacen más que despertar mis instintos asesinos, le encargo a Diego que busque compre dos boletos para el próximo vuelo a Londres.
Tanto él como papá se enteraron ayer y, una vez que este último regresa del trabajo, me ayudan a empacar las maletas. Cojo solo lo necesario, pues dudo que nos quedemos mucho tiempo y porque tengo muchas cosas allá en casa. Al principio, planeaba viajar sola, pero Logan me pidió que le comprase un boleto también. Es de esta forma que, temprano por la mañana, tomamos el avión y llegamos en menos de tres horas a la ciudad londinense. Abordamos un taxi al salir del aeropuerto y Logan le dicta la dirección de Sebastián para que este nos deje en la puerta.
Apenas lo encuentro sentado en el porche, con el rostro oculto entre sus manos, el corazón se me rompe y no lo resisto más. Corro para envolverlo entre mis brazos y, por cómo me recibe, corroboro que le hace bien que estemos aquí. Lo que viene a continuación, lo afrontamos juntos.
Sebastián nos acompaña a dejar nuestro equipaje, para lo cual volvemos a abordar el taxi. Logan vuelve a darle indicaciones al conductor en tanto yo permanezco con mi novio en la parte trasera. No tardamos demasiado y retornamos a casa justo a tiempo para el entierro. Sin embargo, para entonces, un montón de gente ya se encuentra atiborrando la entrada. Todos van vestidos de negro. La mayoría con traje, corbata a juego y algunos hasta con lentes oscuros. La mayoría de personas conversa entre sí con bastante confianza y parece formar parte de la empresa del señor Relish, a quien vuelvo a ver después de varios años.
Sé que reconoce, pero se limita a echarme una ojeada por encima del hombro y sigue su camino, sin acercarse siquiera a Sebastián ni dirigirnos la palabra a Logan o a mí. Quienes sí lo hacen son sus tíos y su prima Diane. Ellos nos acompañan durante el trayecto al cementerio y la ceremonia previa al entierro. Hacía mucho que quería verlos, pues iban a menudo al hospital cuando Sebastián y yo éramos niños, mas las circunstancias amargan por completo el reencuentro.
No quiero que él regrese a casa con su padre. Nunca lo había visto tan callado, pero temo que estalle en cualquier momento y se desquite con Sebastián como siempre ha hecho, así que le propongo a este quedarse conmigo. La última vez que estuvo en casa fue durante las fiestas, así que accede rápidamente. Sabe que no es ningún intruso, por lo cual pasamos juntos el resto del tiempo. Logan tampoco se separa de él. De hecho, comparte con nosotros la mayor parte del día y mantiene al tanto a Axel de lo que sucede, pues nuestro amigo permanece en Florencia. Este llama todas las tardes y a Sebastián le hace bien hablarle por videochat.
A diferencia de cuando vinimos en diciembre, en esta ocasión apenas salimos de casa. Nuestros paseos se limitan a pequeñas vueltas al parque, una que otra comida en la cafetería aledaña a dicho lugar y una ida al supermercado porque se nos acabó el cereal para el desayuno. Transcurrida una semana, retornamos a Florencia y Sebastián se reincorpora a la universidad. Axel le pasa los apuntes para que se ponga al día y lo ayudo copiando algunas de sus clases. Opta por centrarse en escribir y estudiar para no pensar en lo sucedido con su madre. Aún no se ha recuperado de ello, pues hay heridas que nunca cicatrizan por completo y personas a las que nos cuesta soltar. Todavía existen silencios en los que su mirada se pierde en un punto fijo del suelo.
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Dibújame entre letras
Teen Fiction«Hay sonrisas por las que vale la pena esforzarse y la tuya es una de ellas». Sebastián se ha resignado a aceptar que nunca vivirá una historia de amor como la de los libros. Por esa razón, decide centrarse en escribir y leer las increíbles novelas...