29| Malos recuerdos

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Recargo mi espalda en la puerta y cuando un chico abre su casillero, aprovecho para verme en el espejo de este

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Recargo mi espalda en la puerta y cuando un chico abre su casillero, aprovecho para verme en el espejo de este. El moretón sobre mi mejilla se percibe más que ayer, pues el frasco de base que Logan me prestó estaba casi vacío. No es la primera vez que papá me golpea. Debería estar acostumbrado.

Anoche escribí el primer capítulo de mi nueva historia. Adoro teclear en mi portátil sin interrupciones. En mis inicios, escribía mis novelas en el borrador de Wattpad desde mi celular, luego abría la sesión en mi computadora y las pasaba a un archivo de Word copiando el texto. La adrenalina que me asaltaba me hacía temblar. Me asustaba que mis padres entraran en cualquier momento y me descubrieran, puesto que aquello me hubiera causado problemas. A ellos les habría parecido una pérdida de tiempo y me hubieran regañado por ello.

La puerta del aula se abre de repente y caigo de espaldas hacia atrás. Por fortuna, mis codos frenan mi caída antes de que mi cabeza choque contra el suelo. Mientras los demás estudiantes me esquivan, Kiara me mira con el ceño fruncido y temo haberla avergonzado delante de los demás, por lo cual me reincorporo en seguida.

—Lo siento, no pensé que fueran a abrir tan pronto. Y, por cierto, lindas gafas.

—Gracias, son nuevas —me sonríe y se reacomoda los anteojos—. Las antiguas eran negras, rectangulares y demasiado gruesas para mi gusto. Con estas me siento más cómoda al usarlas en clase.

—El dorado te queda bien. Resalta tus ojos.

Extrae un pequeño estuche de su mochila y guarda sus lentes allí. Las veo más de cerca en ese movimiento, así que noto la delgadez de las varillas y la forma circular de las lunas.

—Pero no me cambies de tema, ¿qué tienes en la mejilla? Eso no estaba ahí antes. —Me coloco en estado de alerta cuando se aproxima para examinar mi rostro—. ¿Desde hace cuánto traes esto?

La imagen imponente de papá vuelve a mi mente y bajo la mirada. Siento que sigo siendo el mismo niño asustadizo de siempre y que jamás lograré plantarle cara.

—Desde que me reuní con mis padres.

—¿Sucedió de nuevo? ¿Tu padre te...? —Asiento para evitar que complete la oración.

—¿Tienes un poco de base? A Logan se le acabó y me quedé sin maquillaje para cubrir el moretón. Aunque me da un toque rudo. Quizá la gente me vea y piense que soy como esos chicos malos de las películas —bromeo, en un intento de sobreponerme a lo sucedido.

—¿Desearías ser así?

—No, detesto esos estereotipos —niego de inmediato—. Además, me asustan las motocicletas, ¿qué tal si me estrello contra un árbol?

—Te caería encima un nido de pájaros, probablemente. —Posiciona su mano derecha en mi mejilla y la acaricia con suavidad. Sin embargo, se detiene cuando manifiesto dolor.

Dibújame entre letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora