31| Cazadores de estrellas

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No puedo creer que vi el video completo del ASMR de un conejo comiéndose una sandía

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No puedo creer que vi el video completo del ASMR de un conejo comiéndose una sandía.

Cierro el buscador para regresar a la ventana donde se encuentra abierto Wattpad. Leo y contesto los comentarios de mis lectores, entre los que me sorprende no hallar ninguno de Kiara. Aún no termina mi historia y su último voto fue a las dos de la mañana del miércoles. Al parecer mi protagonista es la razón de sus desvelos y no yo. No sé si sentirme desplazado por eso o halagado porque le gusten mis novelas.

Mi teléfono suena a un lado de la mesa y sonrío apenas descubro que se trata de ella. No hablamos desde que la dejé en casa anoche y me extraña que recién me escriba.

«Voy camino a la universidad. Necesito hablar contigo sobre un asunto importante».

Redacto y borro el mensaje mientras un nudo crece en mi estómago, ¿hice algo mal ayer? Quizás escuchó lo que la mesera de la cafetería me preguntó, pues casi repitió mis palabras cuando la señorita que ayudó a cortarle cabello nos consultó lo mismo, aunque no lucía incómoda. Sin embargo, como si Kiara percibiera mi inquietud, agrega:

«Perdón por no escribirte antes. No me sentía bien. Quiero contarte algo sobre mamá. Espérame en el comedor».

Mi preocupación no desaparece, solo cambia de dirección. Kiara detesta los veintiséis de noviembre desde que su madre falleció de leucemia. Por esa razón, intenté distraerla y pasamos la tarde patinando sobre hielo, comiendo bizcochos de calabaza y la dejé dibujarme en la plaza Michelangelo.

—¡Allí está! ¡A él!

Los fuertes gritos de Axel me sobresaltan, ¿y si reunió a una muchedumbre dispuesta a perseguirme con antorchas y rastrillos directo a una hoguera por matar a su personaje favorito?

—¡Sebastián! ¡Te traemos una oferta que no podrás rechazar! —anuncia Logan, quien lo acompaña con una sonrisa.

—No practicaré danza clásica contigo. Y mucho menos ballet. Si los tirantes no me quedan bien, probablemente las mallas tampoco. Además, no entiendo cómo los bailarines mantienen sus pies en punta tanto tiempo.

—Las zapatillas adecuadas ayudan, con el acolchonamiento indicado el dolor se reduce —explica, debido a las lecciones que recibe en su facultad—. Pero no vine a dictarte clases teóricas de baile. Axel y yo queremos mostrarte algo.

—¿Ya le enseñaste a bailar tap?

—No, me rendí contigo. Tu coordinación era tan nula que renuncié a ser instructor antes de empezar.

—¿Entonces me buscan para llevarme a comprar libros?

—Confórmate con mi tradicional regalo de Año Nuevo.

Axel enciende la pantalla de su tableta y desliza su índice sobre ella. Si desea sugerirme un nuevo estilo, lo tomaré en cuenta. Quizá sea momento de inaugurar la era de los overoles.

Dibújame entre letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora