Desde que una foto de Kiara besando a Ethan circula por redes sociales, sé que algo anda mal. No distingo su rostro a la perfección, puesto que se halla pegada a la pared, pero la reconozco. Y los comentarios de la publicación no hacen más que producirme arcadas.
«Bien por Ethan. Quién no quisiera comerse todo eso. Fóllatela».
«Los veía juntos desde el año pasado, me sorprende que pudiera resistirse tanto. Espero que esta no sea una perra».
«Ojalá que Ethan nos comparta sus fotografías después. Necesito material para masturbarme».
Aprieto los puños con impotencia, mi mandíbula se tensa y dejo de leer. Intento contactarme con Kiara el domingo por la tarde, pero su teléfono suena apagado cuando la llamo. Considero ir a buscarla para asegurarme de que esté bien, mas los fines de semana pasadas las seis de la tarde, la universidad cierra sus puertas y no hay forma de salir de aquí. Bastaría con que me respondiera que se encuentra en casa para quedarme tranquilo, pero ni siquiera contesta mis mensajes. Ella no quería nada con él. Era Ethan quien la vigilaba, seguía sus pasos, disfrutaba soltando comentarios con doble sentido y prácticamente la arrastraba consigo. A Kiara parecía disgustarle su presencia, aunque tampoco se apartaba cuando este aparecía. Pese a ello, sé que esa fotografía no fue sacada bajo su consentimiento.
Al día siguiente la espero en el comedor, porque acostumbra a comprar comida allí. Una dona con glaseado de chocolate y un café. Siempre pide lo mismo. Conforme discurren los minutos y no la veo llegar, camino hasta el edificio de Artes Plásticas, donde por desgracia, corro la misma suerte. Incluso le pregunto por ella a Ivet, cuando acompaño a Logan a su salón, pero su mejor amiga luce igual de preocupada que yo.
Paso las dos últimas clases antes del primer receso con la cabeza en otro lado. Apenas presto atención por revisar constantemente mi móvil a la espera de una respuesta de Kiara. Durante el almuerzo, me dirijo por segunda vez a la cafetería y mis sospechas aumentan al divisar a Ethan hablando con otra chica. Ella no lo acompaña. Volteo a ambos costados, buscándola. Pero no hay rastro alguno.
—Axel... —Entrecierro los ojos y desando, chocándome con la pared—. ¿Crees que algo malo le haya ocurrido? No atiende las llamadas ni contesta los mensajes. Tiene el celular apagado. No la veo desde el viernes y lo último que hicimos fue discutir. No me importa que siga enojada conmigo, yo también lo estaría en su lugar. Puede mandarme a la mierda si gusta. Solo quiero asegurarme de...
—Está con Ivet y Anthuanet. —Cuando me interrumpe, levanto la mirada directo al mostrador y el alivio que me asedia es indescriptible—. Capaz llegó tarde y por eso no la encontraste temprano.
Una bufanda lila rodea su cuello, lo cual me extraña, porque Kiara no usa prendas de ese tipo. No sonríe como antes. Algo no marcha bien.
—¿Debería acercarme?
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Dibújame entre letras
Jugendliteratur«Hay sonrisas por las que vale la pena esforzarse y la tuya es una de ellas». Sebastián se ha resignado a aceptar que nunca vivirá una historia de amor como la de los libros. Por esa razón, decide centrarse en escribir y leer las increíbles novelas...