Capítulo: 45 "Siempre juntos"

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Los chicos continuaron su trayecto con nerviosismo, estaban a un par de horas para que al fin este Infierno terminase, Samuel les había dicho que se irían del país, que podrían iniciar una nueva vida allá, empezar desde cero, además ellos tenían una buena educación, mejor que de los jóvenes promedio, además sabían hablar inglés y un poco de mandarín, por lo que no tenían problemas en mudarse a los Estados Unidos.

Una vez llegando allá llamarían anónimamente a la policía de México y dirían todo lo que sabían, no permitirían que esos malditos se salieran con la suya, ese Infierno debe de terminarse lo antes posible, el mayor estaba consciente de ello, él también quería que esto llegará a su fin, pero sabía que ellos no podían hacer nada, no eran sus rivales, pero qué más da, no quería romper sus ilusiones por lo que no les dijo nada, lo dejaría para después.

Los cuatro caminaron en el oscuro túnel, con linterna en mano y atentos a cualquier ruido o movimiento, si todo salía bien no debía haber problemas, Rex no estaba y no iba a volver pronto, el Señor estaba inconsciente y restringido en su habitación y los guardias no se darían cuenta de su ausencia hasta después de un buen rato, además se supone que nadie sabía sobre este túnel ni sus planes, incluso dejaron sus teléfonos y todo lo de valor en sus habitaciones, pues no eran tontos, sabían que tenían rastreadores y programas hackers, ellos sabían todo lo que veían en sus aparatos electrónicos y donde se encontraban; la casa no tenía cámaras de seguridad adentro, ya que el Señor le molestaba que invadieran su privacidad, por lo que las cámaras estaban en las puertas, ventanas y a afuera de la casa.

Ellos estaban seguros aquí, nada mala debía ocurrirles en el trayecto, estaban protegidos.

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El Señor trató gritar pero la mordaza en su boca le prohibió hacer algún sonido fuerte, solo podía escucharse quejidos y bufidos no muy altos, el joven estaba sumamente molesto y decepcionado, habían pasado muchos años que su tío había intentado escapar, huir de él; al fin había creído que su amor había derretido la capa de hielo que cubría el corazón de su amado, pero al parecer eso era imposible, no era que el corazón de su tío estuviera recubierto de escarchar o hielo, al contrario era cálido, solo que nunca lo amo ni lo amará.

El mareo y la debilidad que nublaba su sentidos y mente fue desecho con su furia y dolor, sin temor comenzó a forcejear, agitando con fuerza sus brazos y piernas, la cama se zangoloteó con sus movimientos, incluso las patas de madera se aguadaron y el cabezal vibró; con fiereza el hombre logró debilitar el nudo de sus restricciones de la mano; liberándose después de varios intentos.

Sus muñecas estaban quemadas por la fricción y por la fuerza que utilizó, parecían que la piel se abriría con tocarla ligeramente, sus tobillos estaban hinchados y punzantes, de un color escarlata brillante, con una simple mirada se sabía que eran heridas que necesitan con urgencia reposo y medicamento desinflamatorio, sin embargo, eso pareció ser un asunto sin importancia, se puso sus zapatos y su camisa; estuvo más de una hora y media allí encerrada y drogada, aunque la droga era fuerte su consciencia era mayor, por lo que sin perder el tiempo buscó entre sus cajones un pequeña Tablet, la encendió y espero a que el programa encendiera, luego fue a otro cajón y sacó una pistola, la cargó por completo y se preparó para buscar a su amado.

Con pasos firmes y seguros activó el rastreador del microchip en la Tablet, el cual mostraba la ubicación exacta de Samuel.

Al ver que estaba en movimiento, alejándose de la hacienda no pudo evitar maldecir, en un ataque de rabia arrojó las piezas artísticas que tenía como decoración, pinturas, esculturas y cuadros cayeron al suelo sin compasión, rompiéndose en pedazos.

PASIÓN, AMOR Y DESEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora