Capítulo: 20 "Las cosas no resultan siempre lo planeado. Parte Uno"

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México, hace 10 años

La señorita Inés andaba de un lado al otro, con su ceño fruncido y con bolsas de bajos de sus párpados, haciéndola ver más cansada y de mayor edad, la mujer estaba preocupada por la llamada que recibió ayer de parte de su superior, el cual al terminar de hablar el sabor amargo se posó en su lengua y garganta, como si hubiera mordido un pedazo me metal oxidado.

Los menores preferían estar alejados de su alcance, ya que cuando la encargada se encontraba molesta o ansiosa se desquitaba con ellos, a veces los golpeaba o los pateaba, en los peores de los casos los dejaba amarrados bajo el intenso sol sin permitirles un trago de agua o de comida, por lo que los huérfanos sabían que cuando ella estaba de mal humor debían esconderse lo más lejos posible.

-¿Y ahora porque está enojada? – Preguntó Qinghua mientras se preparaba para irse a vender dulces en las paradas o en las salidas de las escuelas.

-Nose, desde que la llamaron ayer en la noche está súper molesta, pero mejor apúrate que no tardan en terminar las clases. – Respondió WanYin mientras terminaba de parchar su pantalón, el cual parecía más parches que ropa, el joven suspiró satisfecho al ver su trabajo terminado, ya que la otra vez hacia demasiado calor, por lo que, al rozar su piel contra su piel, esta se volvió rojiza, al grado que en la tarde parecía del color de la sangre, provocando que las lágrimas se acumularan en el rostro del menor, sin embargo no les dijo nada a sus amigos, pues ese día habían muchas personas en las calles, lo cual fue un buen día de ganancias, pues Ying y él no cantaban del todo mal, además su carisma y su buena apariencia lograron enternecer los corazones de los transeúntes, monedas de cinco, diez incluso de a veinte pesos les dieron ese día, por lo que tuvo que resistir el dolor en sus piernas y sonreír con amargura, incluso el sudor que empapaba su playera se sentía frio como el hielo.

En ese momento la señorita Inés contestaba una llamada, como si hubiera visto un salvavidas en medio del océano se aferró a ello, su estado de ánimo mejoró gradualmente, pues sus preocupaciones habían sido desintegradas cuando su superior le dio una respuesta a sus miedos.

-En la tarde vendrán por ustedes, como ves yo estoy con las manos atadas, ya no podré ayudarte, pero descuida tengo un conocido que dijo que le parece bien el negocio, por lo que se hará responsable de todo, así que descuida; el limpiará el desastre que ocasionaste. – Comentó el hombre con una voz gruesa y molesta, pues desde que esos dos huérfanos fueron grabados y subidos al internet, varias personas empezaron a interesarse en ellos, por lo que eso solo originaría una serie sin fin de problemas, por lo que debía de intervenir de inmediato, ya que nadie debía enterarse de lo que realmente pasaba con esos niños del orfanato La luz de Dios.

-Sí, gracias, enserio te debo una grande, pero no pensé que esos mocosos los grabarían y los subirían a internet, sí lo hubiera sabido antes nunca los hubiera dejado hacerlo. – Se disculpó la mujer, su voz ya calmada.

- Ya olvídalo, ya lo hecho ya está, así que mejor prepárate para que se vayan, no creo que los dejen estar allí por más tiempo, hablaré con algunos clientes por si van querer a los mocosos o no, para que ya se los lleven hoy. Así que no dejes que salgan, entre menos los vean mejor para el negocio. – Ordenó el hombre mientras resoplaba con una voz gruesa.

- Entiendo, muchas gracias ¿Si quieres voy mañana a agradécete personalmente? – Preguntó con una voz seductora y un poco baja. Una curva picara se formó en sus labios carmín, el contrario rio con cierto tono de diversión, luego sonrió con una mirada lujuriosa.

-Me parece bien, solo que nos vemos a las tres, tengo una cena en la noche, celebrare mi sexto aniversario, además mis hijos me tienen un regalo... Son tan lindos. – Comentó el hombre con una risa baja y sarcástica.

PASIÓN, AMOR Y DESEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora