Capítulo: 12 "Área de juegos"

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México, hace 12 años

Los niños se subieron a los juegos con enormes sonrisas plasmadas en sus bocas, los padres al ver que a los menores se subían a los juegos donde estabas sus hijos de inmediato los llamaron para que bajaran, pues allá arriba no podrían verlos, y no se iban arriesgar a que les hicieran algo malo a sus adorados descendientes.

Debido a que la casi nula o deplorable educación que tenían los niños de la calle y aunado a los casos de violencia infantil que se presentaban últimamente no permitirían que sus hijos fueran un número más en esas estadísticas.

-¡Quiero seguir jugando! – Gritó un menor mientras se removía con fuerza en los brazos de su madre, la cual luchaba en mantenerlo calmado.

En otra mesa, a unos cuatro metros de ellos, se encontraba un par de niños llorando y aventando la comida y basura al suelo.

-¡Queremos jugar! ¡Queremos jugar! ¡Queremos jugar!...

-¡Queremos jugar! ¡Queremos jugar! ¡Queremos jugar!... – Gritaron al unísono mientras arrojaban el resto de sus papá y verduras anteriormente discriminadas de la hamburguesa al piso. La madre tenía una mueca desagradable en su rostro, sus orbes rojizos y sus cejas entre punteadas.

-¡Dejen de hacer berrinche! ¡¿Qué no ven que esos mocosos de la calle se subieron a los juegos?! – Les preguntó en voz baja, los niños dejaron de llorar y gritar, dirigiendo su mirada a los juegos, donde los mencionados se deslizaban de los toboganes y se arrojaban a la piscina de pelotitas, riendo y gritando tan alto que hacía eco en las paredes.

-¡Entonces que se vayan! ¡Has que se vayan mamá! – Gritó la niña mientras pisaba con fuerte el piso y se cruzaba de brazos.

- No es justo que ya no juguemos porque ellos quieren jugar ¡Nosotros llegamos primero! – Se quejó el hermano de la niña, el cual fruncía su ceño y apuntaba con su índice a los tres huérfanos que se correteaban y se tiraban al suelo con fuerza. Haciendo marometas e incluso cuando se atrapaban se mordían para liberarse. Pues estaban acostumbrados a jugar un poco tosco.

La mujer volvió la mirada al área de juegos y luego a sus hijos, los cuales la miraban suplicantes y con los ojos llorosos, por lo que suspiró cansada; la mujer de a unos cuantos metros atrás al ver que los a los hermanos llorar por la misma razón que su hijo se acercó a la señora con una expresión firme y seria.

-Señora veo que usted tiene el mismo problema que yo, ¿Qué le parece si vamos con el gerente y nos quejamos? No es bueno que permitan el acceso a ese tipo de criaturas en los juegos de los niños. – Comentó la mujer mientras tomaba a su hijo con fuerza, el cual continuaba pateando y golpeándola, pero al ser un niño pequeño sus intentos de violencia fueron inútiles.

-Tiene razón, mis hijos llegaron primero y además siempre venimos cada semana, somos clientes frecuentes. – Respondió la mujer sentando a sus hijos en una mesa libre, luego de ordenarles que se quedaran quietos en ese lugar mientras resolvía con el gerente del restaurante su situación, los menores asintieron mientras se tallaban sus ojos rojizos.

Las dos madres pidieron con urgencia la presencia del gerente, el cual no tardó en llegar, portaba su uniforme pulcro y sin arrugas, un traje negro con su gafete a la vista, su cabello cortado y bien peinado, brilloso y sedoso a la vista.

-Buenas tardes ¿En qué les puedo ayudar? – Preguntó con una agradable sonrisa y una mirada seria pero cordial.

-Queremos hacer una solicitud, mire la cosa esta así. – Comentó una de las mujeres, la cual era la más arreplegada, de labios rosas y de mejillas color pastel, de busto voluptuoso y de cintura pequeña, su blusa mostraba un gran escote, revelando un par de suaves y firmes pechos redondos color claro. – Tu ve que bajar a mi adorable bebé de los juegos porque se subieron tres niños de... mmm... de un mal aspecto e higiene, por lo que es una gran falta a la ética e higiene de este restaurante de comida y recreación infantil.

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