Capitulo: 1 "Condenados"

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Xie Lian abrió los ojos lentamente, su vista estaba nublada, su mente estaba abrumada y mareada, su cuerpo lo sentía débil y ligero, como si hubiera despertado de una cirugía, de una anestesia total.

Al ver a sus alrededores, se dio cuenta que estaba en un lugar que no conocía, estaba acostado en una vieja y apestosa cama, incluso había manchas oscuras que se asemejaban a sangre seca, muy desagradable; el joven se asustó de su situación, recordó que Shi Wu Du lo había atacado, además también le inyectó a Qing Xuan algo para dormirlo, y al parecer también a él.

No sabía nada más, estar solo en un lugar desconocido y con una apariencia sacada de una película de terror, lo hizo sudar frío, incluso una opresión en su pecho le dificultó el respirar con normalidad.

Después de tranquilizarse unos segundos, se levantó con torpeza y empezó a ver a su alrededor, era un espacio pequeño, rodeado de cuatro paredes oscuras y sucias, en la pared frente a él, tenía manchas y rasguños, era de metal, estaba algo oxidada pero resistente y muy pesada, intento abrirla, pero fue inútil, estaba sellada; en el centro, estaba la cama donde había despertado, en el techo se encontraba un foco viejo, el cual amenazaba con apagarse en cualquier momento; el menor estaba asustado, no podía creer que Wu Du se atreviera a esto, sabía que no era un hombre normal, pero, no que estuviera loco.

Drogarlos y secuestrarlos era demasiado, incluso para él.

Al parecer la habitación aislaba el sonido exterior o no había ningún sonido afuera, gritó con todas sus fuerzas por ayuda, pero no hubo ningún cambio, sus manos temblaron, todavía estaba débil por la anestesia, así que se sentó en la cama, con impotencia y miedo solo pudo consolarse a sí mismo, alentándose a que todo saldría bien, que lo encontrarían y lo salvarían.

No importase cuanto se sugestionará, su cuerpo tembló y rompió en llanto, sus lágrimas caían cual cascada en contra de su voluntad, sus sollozos hicieron eco en las paredes, provocando que llorará con mayor intensidad, ahogándose con su propio llanto.

Extrañaba a su novio, a Hua Cheng, quería que lo abrazará y le digiera que estaba a su lado, que no permitiría que algo le pasase, que estarían juntos.

Después de media hora, comenzó a calmarse, pues llorar solo le provocaría dolor de cabeza, debía estar tranquilo y pensar objetivamente, sí caí primero, perdería.

Se limpió las lágrimas que aún escurrían por sus húmedas mejillas y miró nuevamente a su alrededor, no había nada que pudiera ayudarle, vestía un pijama claro y unas pantuflas suaves, no adecuado para una contienda, luego de reflexionar sí podía encontrar alguna ventaja, suspiro desanimado, no había realmente nada, solo una vieja cama de metal y un colchón sucio y apestoso.

Al mirar a detalle la cama, se dio cuenta que la base de la cama era vieja y oxidada, tal vez con un poco de fuerza bruta podría conseguir desarmarla.

Después de varios intentos, solo pudo quitarle algunos clavos oxidados y polvo de oxido con algunos diminutos pedacitos metálicos, un largo suspiro resonó en sus oídos, había tenido una vaga felicidad al creer que podía conseguir una barra o algo con que poder atacar, pero al ver el resultado, fue muy decepcionante; sin embargo, sí la vida te da limones, hay que aprender hacer limonada, por lo que, recogió el polvo y lo guardó en la bolsilla del pantalón, luego tomo los clavos, algunos estaban chuecos y carcomidos, pero tenían punta, por lo que podían servirle en algo, así que los guardó en su otra bolsilla del pantalón, al menos no sabrían que ocultaba algo en sus pantalones; sabía que no eran armas de verdad, pero no había otra cosa a que aferrarse.

Además, la fe puede mover montañas, así que puede convertir viejos clavos oxidados y un poco de polvo de hierro en armas mortales.

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