Capítulo: 19 "Promesa"

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México, hace 10 años

Dos años pasaron más rápido de lo esperado, como si el tiempo tuviera prisa; por lo que esos tres niños ahora habían pasado su noveno cumpleaños con los niños del orfanato, por desgracia no todo fue diversión y sonrisas, ya que Alejandra perdió la vida debido a una fuerte infección, sin medicamentos o siquiera tratamientos para ayudarla la bebe murió en los brazos de María, la cual molesta, decepcionada y destrozada presenció la impotencia de su ser.

La cual no logró hacer que la niña sobreviviera, todas las noches de sufrimiento la paso al lado de la menor, cantándole y arrullándola, como lo haría una madre cariñosa, los demás niños ayudaron a su cuidado, tratando que el dinero recolectado aumentará, pero no, hicieran lo que hicieran el dinero no alcanzaba para nada, nadie quiso ayudarles; la señorita Inés simplemente la llevo a enterrar en un hoyo vació, lejos del orfanato y alejado de las personas.

María estaba cansada de esto, al recordar el cuerpo de la infanta en sus brazos mientras se debilitaba más, su terrible llanto de agonía, su mirada inocente desvaneciéndose en uno ojos desolados y perdidos, sin brillo en ellos.

Los días pasaban y la joven cada vez se veía más demacrada y pálida, perdiendo su brillo juvenil y alegre con el cual antes resaltaba su carisma y belleza.

Al año que pasó eso, tres familias adoptaron a varios niños, los cuales se fueron con sonrisas y con lágrimas; pues decir adiós a sus amigos con los que crecieron juntos, hermanos no de sangre, pero sí de sentimientos, pues todos tuvieron que superar las desgracias juntos, aunque algunos tenían sus diferencias lograron despertar empatía y aprecio por todos, pues eran una familia.

Rosa y Ana fueron adoptadas por una familia, Rodrigo y Flor por una mujer adinerada y Alberto fue adoptado por un hombre mayor.

Todos estaban contentos por ellos, al día siguiente de verlos fueron entregados sin papeleos o trámites. María y José, los mayores; sabían que algo andaba mal, por lo que en una noche José decidió escaparse, ya casi cumpliría la mayoría de edad y debía dejar el orfanato de todas formas.

Por lo que en una noche esperó que todos durmieran, le informó a María de su partida; prometiendo que volvería con ayuda, que vendría por ella y por los niños.

-Prométeme que te cuidaras mucho, tengo miedo que algo te pase haya a fuera a estas horas de la noche. – Dijo María mientras reprimía sus lágrimas; pues no quería verse débil y mucho menos arruinarle el ánimo a José.

-Descuida, volveré. Además, tengo motivos por el cual volver. – Comentó mientras miraba los ojos de la joven, acercando su rostro al de ella, luego la chica sonrió y beso el par de labios que se acercaban a los suyos.

El beso fue inexperto, pues para los dos fue su primer beso; la emoción del momento lo hizo más conmovedor y tierno; la joven se ruborizó cuando tuvieron que separarse por falta de oxígeno, el joven sonrió contento y envolvió a la chica entre sus brazos, ambos corazones latieron a la par, en completa sintonía.

-Te amo. – Comentó la joven, su rostro carmín y un brillo volvió a irradiar de aquellos ojos negros.

-Yo igual te amo, además cuando regrese te daré una sorpresa que nos cambiará la vida a todos, ya no tendremos que seguir viviendo así.

-Está bien, aguardaré por ti, por tu regreso y tu sorpresa. – Respondió con una sonrisa, una enorme y real sonrisa, ya que normalmente había dejado de sonreír y las veces que lo hacía era para no preocupar a los demás niños.

José se fue en silenció decidido a regresar con apoyo, pues había encontrado un trabajo donde no ganaba mucho, pero si lo suficiente para vivir junto a María y los niños en un pequeño condominio.

María nerviosa y preocupada suspiro y regresó al cuarto de las mujeres, en la cual solo quedaba Ximena, Carmen, Cinthia y la pequeña Rocío.

-Esperare por ti. – Susurró con una sonrisa y un sentimiento de calidez en su corazón; sin embargo, no se dio cuenta que, al fondo entre las sombras de la noche la encargada había escuchado la intensa conversación de los jóvenes amantes, por lo cual no dejaría que ese mocoso le arruinará su trabajo y que pusiera en juego su cuello.

Por lo que no dudo en hacer una llamada, luego fue a la cocina y se sirvió un vaso de agua para después regresar a su cuarto privado con un suspiro de alivio.

Pues sus problemas ya los resolverían sus superiores.

En esa misma noche, María tenía una pesadilla, su cuerpo terminó empapado de sudor, sus ojos rojizos e hinchados, su rostro pálido como un muerto y su ánimo por los suelos.

En otro lugar, no muy lejos de allí, un joven se dirigía a pedir ayuda a su jefa, una mujer de edad avanzada y de buen corazón, que al escuchar la historia de José decidió ayudarle dándoles empleo a él y a los niños más grandes y le rentó una casita a un precio muy bajo.

Sin embargo, el joven fue intervenido por una camioneta negra, de vidrios oscuros y placas blancas, el chico se resistió y peleo, pero fue subido con brutalidad en la oscura y fría noche, nadie vio nada y los que sí, prefirieron deslindarse de cualquier problema.

María continuó esperando por su regreso, esperanzada por la ayuda y la sorpresa que le prometió; aunque por dentro temía por algo, temía que ya no quisiera regresar o que ya no pudiera regresar, ya que varias veces repetía que odiaba vivir en ese orfanato abandonado por Dios.

El año pasó y no había rastro de José, María seguía esperanzada, continuaba esperándolo y saber cuál era aquella sorpresa, cada vez que se repetía en su cabeza que debía tener fe y no abandonar la esperanza sus lágrimas escurría por sus mejillas y sus manos temblaban.

Ying y los demás niños trataban de consolarla, pues para ellos, esa mujer era como una madre o una hermana mayor; varios niños reprocharon a José, pues habían pensado que había huido dejándolos atrás.

Pero WanYin y Qinghua rápido los silenciaban, pues no estaban seguros de ello y por lo tanto no debían difamar algo que no sabían realmente.

Los días eran tristes y largos para la mayoría de los niños del orfanato, acepción de Ying, Qinghua y WanYin, quienes aprendieron a lidiar con ello, ahora cantaban por las calles y obtenían más dinero, también aprendieron a invertir, comprando dulces o chucherías y venderlas en los camiones de pasajes, el dinero que traían para la comida ayudo mucho a los más pequeños, ya que Rocío tenía anemia, todas las tardes se desmayaba debido a su debilidad, pero ahora con más comida para todos, empezaron a ganar peso y no ya no parecían esqueletos andando.

Pero, todo lo bueno no es para siempre, los tres niños no sabían lo que realmente ocultaba aquel orfanato y ya era hora que averiguaran la verdad.

La vida es incierta y no es generosa con las personas que lo a meritan.

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 elvis- Sempai

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