Capítulo: 4 "Asustado"

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Un joven trataba de despertarse, su cuerpo se sentía sumamente pesado y su cuello le dolía, como si alguien lo hubiera pinchado.

En ese momento, sintió que alguien le acariciaba la mejilla, era un toque gentil y familiar, pero tal familiaridad le provocó escalofríos, por lo que, se alejó con pánico de aquella mano, al levantar sus pesados párpados, vislumbró aquella figura que más le agobiaba ver, aquella que le originaba pesadillas, su hermano; Shi Wu Du.

Su visión todavía estaba algo borrosa, al igual que sus sentidos, se sentía mareado y abrumado, pero sabía que no podía estar con su hermano solo, temía que algo le pudiera hacer.

-Tranquilo Qing Xuan, no te haré nada. – El mayor intentó recostar a su hermano que se había levantado torpemente de la cama, sus pasos eran débiles, haciéndolo temblar y perder el equilibrio con facilidad.

-¿Qué es lo que quieres?, solo déjame en paz. – Preguntó con voz temblorosa y con un tono de molestia.

-Que cruel eres conmigo, cuando éramos niños todo era mejor, yo era tu caballero valiente, tu superhéroe con quien podías confiar en la buenas y en las malas, ahora, parezco un monstruo, me ves y corres, tiemblas de miedo. ¿Cuándo te alejaste de mí? – Esto último lo dijo en susurró, interrogándose a sí mismo, el menor escuchó en silencio, pero la molestia se estaba volviendo ira, cerró sus manos en puños y se levantó con fiereza de la cama.

-Es porque fui un estúpido en haber confiado tan ciegamente en ti, solo te aprovechaste de mí, en mi inocencia y soledad; intentaste matarme más de una vez, ¡Más de una vez! ... ¡Mataste a nuestro padre! – Gritó encolerizado, sus mejillas rojizas y su mirada cual dagas, corrió hacia el mayor y lo tomo por el cuello de la camisa, encarándolo con firmeza.

El contrario trató de reprimir sus emociones, pero, fue inútil, tomó las muñecas del menor y le hizo que le soltará, luego lo sostuvo con fuerza de los hombros y lo zarandeó unas cuantas veces.

Su mirada denotaba irritabilidad y cansancio.

-¡Ya te lo dije que solo fue un accidente!, ¡Él no hubiera muerto sino lo hubiera tomado! – Gritó eufórico mientas zarandeaba fuertemente al joven que gritaba y se removía en descontrol.

-¡Suéltame, asesino! – Sus gritos fueron muy sonoros y su voz escandalosa, puniendo de punta la poca estabilidad del mayor.

-¡Cállate! – Gritó el contrario mientras abofeteaba el rostro del menor, el cual soltó un quejido al sentir como la pesada y fuerte palma de la mano de su hermano se estrellaba contra su mejilla.

Un *plap* resonó en la habitación, luego un silencio abrumador lo invadió, las manos del mayor temblaron al ver lo que había hecho, nunca creyó que podría golpear a su amado hermano, la luz de sus ojos, su razón de vivir. Fue impactante y brutal concebir lo que había hecho.

El menor tembló con mayor fuerza, y las lágrimas que se habían acumulado en sus párpados se desbordaron cual cascada.

-Te odio. – Comentó el menor mientras sostenía su mejilla hinchada, incluso por su labio inferior se deslizaba un delgado hilo de sangre tibia.

El mayor quedó sorprendido ante tal imagen, sin embargo, el sentimiento de aprensión invadió su corazón y alma cuando escuchó las palabras llorosas de su hermano menor.

El "Te odio" lo destrozó; nunca antes lo hubiera creído que su apreciado hermano le dijese eso cuando eran niños, pero ahora, temía aceptarlo, aceptar la realidad, su hermano ya no lo amaba.

Sin poder continuar aguatando estalló en lágrimas.

-¡¿Por qué me haces esto?! ... Tú más bien que nadie sabes que nunca te lastimaría, no podría; sí me das la oportunidad, volveremos a ser como éramos antes, cuando solo nos teníamos uno al otro, donde nadie más importaba. – Explicó con voz temblorosa mientras se acercaba lentamente al chico que estaba arrodillado junto a una esquina de la pared, asustado.

-No te me acerques. – Replicó con miedo mientras se abrazaba con fuerza a sí mismo y trataba de retroceder lo más que podía del contrario, sin embargo, ya estaba contra la pared.

El mayor al ver tal reacción tan exagerada, soltó un largo y cansado suspiro, luego se acercó aún más y se arrodilló junto al contrario, trató de mostrar una mirada calmada y amable, como si tratara de convencer a un niño de que se portará bien, que no lo regañaría más.

-Lo siento por lo de hace rato, pero entiéndeme, me es muy difícil tranquilizarme cuando te pones de ese modo; solo quiero que hablemos, ¿sí?, no te hare nada malo, confía en mí. – Persuadió con voz gentil y amigable, tomó entre sus manos la mano del contrario en un tierno y cálido agarre, el menor lo miró fijamente, las lágrimas que estaban empezando a cesar, volvieron a escurrir por sus mejillas, su cuerpo temblaba ligeramente y su tez se volvía pálida.

-¿Qué quieres? – Preguntó tembloroso, el mayor sonrió al ver la disposición de charlar del contrario.

-Sobre los documentos donde rechazas la herencia de nuestro padre. – Respondió con voz fría, pero tratando de sonar amigable.

-No la quiero, no quiero nada que tenga que ver con él y mucho menos contigo, no lo necesito. – Contestó con firmeza, mirándolo sin titubear.

El mayor volvió a suspirar, tratando de controlarse lo mejor posible, su hermano era muy terco, por lo que hacerlo cambiar de opinión era muy complicado, no era nada dócil a como era de niño, siempre complaciéndolo, ahora, parecía empeñarse a contradecirlo en todo, sí decía sí, él decía no, si decía de día, él decía de noche, si decía mucho, él decía poco, siempre llevándole la contra.

No sabía si esto era como medio de venganza por los errores que hizo de joven, sabía que hizo mal, pero no había otra alternativa, debía cuidarlo de todos, incluso de su mismo padre y de él mismo, pues solo Wu Du sabía lo que era mejor para su hermanito.

-De acuerdo, te daré tiempo para que vuelvas a pensarlo. – Comentó el mayor mientras se ponía de pie y se dirigía a la puerta de la habitación, el menor lo observó de lejos. – Mientras quédate aquí hasta me des una respuesta, y espero que sea la correcta. – Sin más cerró la puerta con fuerza, el estruendo sonido resonó en las paredes, la puerta fue cerrada bajo llave, Qing Xuan corrió hacía ella, pero fue inútil, no podía abrirla; no estaba tan asustado, pues ya lo venía venir, además tampoco era la primera vez que su hermano lo encerraba y lo ponía bajo jurisdicción.  

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elvis- Sempai

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