Horrible.

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Claro, a su banda le gustaba la sensación de los cuerpos agonizando bajo ellos pero... ¿Qué puede hacer? Él no es mejor si los ayuda.

¿Esto es un AU Grojband Killers? Si, lo es.

Menciones de sangre, cuerpos, órganos, homicidio y otras cositas.
...

La pelirroja dejó de golpear el cuerpo de una joven que alguna vez fue hermosa. Ahora sólo era un magullado y sangriento saco de huesos.

Respiró agitada mientras se ponía de pie y miraba sus manos llenas de sangre. Sentía su sudor correr por toda su cara y cuello, además de que su cabello se sentía realmente incómodo contra su cuerpo y ni hablar de su ropa.

Aún con todo esto, no pudo evitar la sonrisa que se extendió por su rostro mientras comenzaba a llorar.

Buscó a tientas su celular en su pantalón y con las manos temblorosas vago por sus contactos hasta encontrar al que estaba buscando.

— ¿Kin? — Su voz salió temblorosa, sin embargo, ella creía que era de emoción — Pasó de nuevo... —.

— No te muevas y... — Se escuchó como se levantaba de su cama buscando sus lentes — Ya sabes que hacer —.


Colgó sin nada más que decir sabiendo lo que tenía que hacer, desde hace tiempo se había formado una especie de rutina con esto.

Mirar al rededor, quitarse la ropa, limpiarse lo mejor posible con la ropa, arrojarla lo más cerca posible del cuerpo, buscar rasguños o heridas.

Cuando estuvo en ropa interior, notó que tenía rasguños en los brazos y golpes en las piernas y abdomen. Definitivamente esa chica era un jodido problema incluso para asesinar.

Unos pocos minutos después, llegó su amigo de lentes en la camioneta de la banda. Siempre sabía que no necesitaba decirle dónde estaba ya que el chico les había puesto rastreadores a todos una noche hace años.

Cuando bajo de la camioneta, Kin tenía puesto un traje de limpieza negro, unos lentes protectores, su cabello envuelto en una red, unos guantes de limpieza y una botas de bolsa. Tenía en las manos unas pinzas de mecánico, una kit de cirugía, un frasco, un bote de gasolina, una pequeña máquina y venía fumando un cigarro.

Se detuvo para mirar a su amiga que le devolvió la mirada sin dejar de sonreír y frunció el ceño volviendo su vista al cuerpo, encendió sus lentes protectores que tenían modificaciones para ver en la obscuridad.

Se agachó junto a este oliendo inmediatamente el olor a hierro, tierra y tal vez orina. Que asco, arrugó la nariz, odiaba que las personas hicieran eso en sus últimos momentos de vida.

Tomó las pinzas de mecánico acercando estas a la boca abierta de la chica, murmuró unas palabras en chino y después arrancó los dientes.

Laney que no se había movido excepto para mirar mejor a su amigo haciendo su trabajo, apretó sus manos juntas con emoción. Amaba ver esa parte siempre.

Salían con facilidad y algunos ya estaban rotos, pero Kin mantuvo todos en el frasco que llevaba consigo. Al terminar de arrancar todos los dientes observó los alrededores por si algún diente salió volando pero no había nada, así que miró directamente el cuerpo acercándose a quitarle unas cuantas pulseras de los brazos, un collar, un anillo, sus aretes y unas perforaciones del ombligo, cara y pezón.

Después de terminar de retirar toda la joyería que la chica cargaba, abrió el kit de cirugía mientras miraba de reojo a la pelirroja frente a él.

Leyendas Del RockolimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora