Mente.

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Continuación de "Orange".

...

Kim abrió los ojos cuando los gritos de los guardias levantando a todas, se escuchó por los pasillos.

— Vamos hermana, un día menos en este lugar — Le sonrió Konnie parándose a lado de su cama.

— Muy graciosa — Kim se enderezó para tomar su lentes junto a su almohada y mirar a su gemela que se cambiaba su camisón que les daban para dormir.

— Trato de ser positiva — Le sonrió acercándose al "espejo" para cepillar su cabello.

— Lo que más odio de tí — Le gruñó quitándose el camisón para cambiarse.

Fuera de su celda, pudo ver a un guardia mirando por la pequeña ventana de la puerta. La miraba a ella mientras se cambiaba.

Kim estaba acostumbrada a que la miraran los guardias mientras se cambiaba pero no pudo evitar fruncir el ceño y apresurarse a colocarse su uniforme.

Ella se preguntaba si ese guardia todavía mantendría su sonrisa, cuando ella le abriera el abdomen y extranjera su interior con ese hermoso tono rojo.

La pequeña sonrisa que había puesto al imaginar eso, decayó de su rostro tan pronto como se dió cuenta.

Mierda, necesitaba distraerse.

...

— La corte declara a la joven Kim Kagami... — El juez leyó una hoja por encima de sus lentes — Culpable por la muerte de 22 personas y se le sentencia a cadena perpetua en la cárcel de la capital— El sonido de su pequeño mazo, soltó varios gritos de la audiencia.

— ¡Asesina! —.

— ¡Denle pena de muerte! —.

— ¡Asesinó a mi hijo! —.

— ¡Es un mounstro! —.

— ¡No merece vivir! —.

Kim fue escoltada por un policía que la llevó a través de la audiencia que le seguía gritando. Ella mantuvo la cabeza levantada y sólo quería ver a una persona entre toda esa multitud.

Su gemela estaba en la parte del final de la corte y esta le miraba con tristeza. En sus labios se pudo leer algo.

"Saldrás de ahí".

Kim le sonrió cálidamente.

Su hermana siempre fue tan positiva.

...

— Toma — Kim se paró junto a Cinthia para colocarle un billete en el pantalón — La necesito ahora —.

La morena miró a todos lados, antes de sacar el billete de nuevo de su pantalón y devolverlo a la mano de la de lentes que la miró confundida.

— Lo siento Kim pero ya no te puedo vender nada — Negó con la cabeza mientras volvía a empujar su carrito de libros por la biblioteca. Sin embargo, Kim se paró frente a este para detenerla.

— Espera, ¿Cómo que ya no me puedes vender? —.

Cinthia miró a todos lados antes de inclinarse y susurrar.

— Konnie me amenazó para que ya no te vendiera droga, Kim — Se alejó con un suspiro — Y es una pena por qué tú pagabas tan bien —.

Kim frunció el ceño al escucharla y se también susurró.

— ¿¡Y le vas a hacer caso a mi maldita gemela!? ¡Vamos! ¡Tú sabes que necesito una dosis por lo menos al día! — Se Inclinó en el carrito con una mirada suplicante.

Leyendas Del RockolimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora