Leyendas Del Rockolimpo

Juntos, ¿Cierto? (Cuarta parte).

...

— Tenemos que decidir que hacer ahora o esto se saldrá de nuestras frías manos — Señaló Kin hacía Konnie que seguía mirando a la niña sin saber que hacer.

— Carajo — La pelirroja murmuró tomándose de la cabeza intentando pensar que hacer hasta que levantó la cabeza y extendió los brazos — Reunión, ya sé que haremos —.

Los otros dos se unieron en una bolita con la mujer para hablar lejos de Meredith que los estaba siguiendo con la mirada esperando que iniciaran de nuevo del juego.

— Meredith — Konnie se acercó hacía la cama para sentarse frente a la niña dejando el tazón con palomitas en la mesita de noche — ¿Con quién hablabas? —.

— Con papá — Le sonrió con simpleza y luego hizo un puchero — Pero ya sé que estábamos jugando y perdí, no debía hablarle cuando alguien estuviera cerca —.

La rubia se giró hacía dónde estaba mirando antes la menor pero no vió nada fuera de lo normal así que intentó reír.

— ¿Estás jugando a alguna cosa de amigo imaginario? — Trató de encontrar una respuesta razonable al comportamiento de la niña.

— No, estaba jugando con papá y tío Kin y tía Laney — Los señaló otra vez con una pequeña exasperación por que su tía seguía jugando — Ya perdí tía, podemos dejar de jugar —.

— ¿Qué? — Apenas pudo hablar por que Meredith volvió a señalar el lugar.

¿Sería posible que Trina haya llevado al límite psicológico a su propia hija sólo por que no aceptaba la muerte de su esposo? Creía que era imposible odiar más a esa mujer.

¿O acaso en verdad los veía?.

— Mmmm — El sonido de Meredith poniendo atención a alguien la volvía a la realidad cuando la niña se giró hacía el otro lado viendo a algo.

¿Ella...?

— Bien Meredith, esta es la cosa — Laney se sentó a lado de la niña comenzando a explicar — En este momento nadie a parte de tí nos puede ver y oír —.

— ¿Por qué? — Inclinó su cabeza hacía un lado sin comprender la situación.

— Bueno... — La pelirroja se volvió a Kin que estaba parado a su lado y él siguió.

— ¿Recuerdas cuando te dije que no podías tocar mis frascos que estaban en mi habitación? — El de lentes trató hablar sin titubear a pesar de que la niña igual creería todo. Meredith asintió — Uno de esos frascos nos cayó y pues somos invisible para todos excepto para tí por que tú eres especial —.

— Ohhhhh — Movió la cabeza con comprensión y luego sonrió — ¿Así que son invisibles? Genial —.

Konnie no pudo quitar su rostro de horror al verla hablar sola con el aire, así que le tomó del rostro para que la viera sólo a ella.

— Meredith, no me asustes, deja de hablar sola — Le suplicó esperando a que dijera que sólo estaba jugando. Su corazón no resistiría.

— El tío Kin dijo que sólo yo puedo verlos — Explicó en su inocencia — Eso me hace especial —.

— Tu... Tío Kin — La rubia negó con la cabeza — No, ellos ya no están, Meredith, tienes que entender que ya no volverán —.

— Pero dijo que sólo hicieron invisibles — Frunció el ceño ahora muy confundida.

Konnie pensó unos segundos en que hacer antes de levantarse de golpe y buscar con la mirada su celular. No dejaría que su sobrina tuviera problemas mentales por culpa de la maldita mujer que se hace llamar su madre.