CAPITULO 23

3.6K 154 1
                                    

Después de una larga noche de practica Ricardo y yo nos quedamos profundamente dormidos sobre el sofá. Cuando abrí los ojos la música latinoamericana se escuchaba por toda la sala a un volumen bajo, mientras mi salvador se meneaba con un delantal con flores por la cocina.

Fue inevitable carcajearme por lo que veía, los recuerdos llegan a mi como relámpagos, después de llegar al hospital ese día en la ambulancia con Tamara ...

Recuerdo todo como si hubiera sido ayer, después de ingresar a Tamara a emergencia baje a encontrarme con Max y Micaela que teníamos que encargarnos del supuesto cuerpo de Ricardo. Habíamos quedado de encontrarnos en la puerta de la morgue, me había negado a que tiraran el cuerpo de mi soporte en una cuneta como basura y al bajar lo primero que veo es a Micaela recostada en el auto con la mirada perdida, ni señales de Max.

-Max tuvo que irse a encargarse de algunas cosas- Me dijo inmediatamente que me vio- Vamos, terminemos con esto-

Mientras ella abría el baúl del auto yo traía una camilla, lo dejaría dentro de la morgue como un desconocido encontrado muerto en la calle, era muy común que llegaran cuerpos en este estado, lo que no era común era que no los trajera la policía o una ambulancia, pero ya vería que hacer con eso. Mientras pensaba en cómo solucionar ese pequeño detalle la voz de Mica me saco de mis pensamientos.

-Ang... Angela ¿Es normal que un muerto respiré? - Fruncí las cejas sin entender, ella se da la vuelta y me señala a Ricardo con el dedo. Deja la camilla y corro hasta el vehículo-

-Está vivo, mierda está vivo. Ayúdame- Lo sacamos del baúl y lo arrastramos para colocarlo en el asiento de atrás- Sube, maneja hasta la entrada de emergencia - Micaela se encontraba blanca como un papel y solo asintió. Mientras ella manejaba yo solo lo sostuve contra mi pecho, al llegar le pedí a Mica que fuera con Tamara yo me encargaría de todo y luego la buscaría. Cuando ella bajo del auto yo fui a la entrada de emergencia a pedir un camillero.

Mi declaración fue simple, les dije a todos que estaba fuera del edificio tomando aire y me encontré a el hombre herido. Nadie hizo más preguntas ya que no era sospechoso que un médico saliera a fumar o solo a despejarse fuera del edificio.

Fueron meses duros, la bala no había ingresado al cerebro completamente, pero causo daños igualmente. Ricardo se mantuvo en coma más de dos meses y cuando al fin despertó no tenía completa movilidad en su lado derecho del cuerpo. Me quede con el todo momento en su recuperación y en la rehabilitación fueron meses duros, pero recupero la movilidad un cien por ciento.

Juramos mantener el secreto con Micaela, las dos sabíamos que le debíamos nuestras vidas a él, como también sabíamos que Max y Tamara no estarían de acuerdo con esto. Cuando Tamara me dijo que Ricardo había asesinado a Marcus afirme que debía callarme por su seguridad no sabía quien más podía estar detrás de Marcus, pero ahora lo sé, Alex.

Cuando Ricardo despertó estuvo de acuerdo conmigo. Esos meses dentro del hospital creó un lazo de amistad o hermandad entre nosotros, el quedo solo y yo estaba sola eso nos unió de una manera extraña tal vez, pero me sentía segura, con él podía abrirme, expresar como me sentía después de todo él estuvo ahí, fue quien me defendió y contuvo.

Cuando estuvo completamente recuperado, decidió que era hora de enderezar su vida y con todo el dinero que tenía guardado mas todos los negocios que compartía con Gabriel y Manuel el maldito era millonario sin saberlo. Me pidió que me fuera con él, pero yo no quería alejarme de mi trabajo, de Mónica y mi hermano. Así fue como nos alejamos, aunque nos manteníamos en contacto por correo electrónico y videos llamadas.

Y bueno aquí estoy tentada de risa viéndolo mover las caderas con ese delantal.

- ¿Te ríes de mí? - Me dice colocándose una mano en el pecho haciéndose el ofendido. Comenzamos a partirnos de risa como dos críos - Me gusta verte reír, no quiero volver a verte en el estado que estabas ayer- Me enternecía escucharlo hablar con tanto cariño- Vamos a la cocina te hice un desayuno para chuparse los dedos-

-Sabes que no puedo resistirme a tu comida- Digo y tomo la mano que me extiende- Diablos Ricardo ¿Acaso quieres engordarme? - Digo al ver nuevamente un montón de comida como anoche-

-Me descubriste, pensaba comerte para navidad- Su sentido de humor me hacía bien, me ayudaba a olvidarme de lo malo-

Entre chistes y risas comimos y recordamos los tiempos en el hospital porque a pesar de la situación en la que él estaba su humor nunca se perdió y tenía que admitir que cuando se fue me sentí muy sola.

-Bueno, hora de la verdad- Levante la cabeza pero solo lo interrogue con la mirada ya que tenía la boca llena con un trozo de torta de chocolate - ¿Estas enamorada del? - Desvié la mirada a un punto de la cocina- Bueno ¿Qué tan enamorada estas? - Trague tan rápido que termine ahogándome, el me extendió un vaso con jugo de naranja, pero seguía esperando mi respuesta-

-Si me hubieras preguntado esto mismo el día que fuste por mí a la cabaña sin dudar te hubiera dicho que si- Suspiré- Pero ahora - Hice una pausa-No lo sé, después de lo que paso simplemente no lo se. Te puedo decir que me enamore de un Alex, pero lo no sé, si ese Alex existe o solo fue un papel que actuó para mantenerme a su lado- El solo afirmo con la cabeza-

- ¿Cuánto tiempo te queda de vacaciones? -

- Una semana más- Dije más curiosa que otra cosa- ¿Que estas tramando? -pregunté, sabía que en su cabeza se estaba formando una idea loca -

-Genial- Ignoro mi pregunta- Ve a mi closet y busca ropa que te quede, compraremos lo que te haga falta cuando lleguemos - Tomo su teléfono y me dejo sola en la cocina. -

Mientras cruce por el comedor rumbo a su habitación él hablaba con alguien sobre una estadía en un hotel. Llegue a su habitación y después de rebuscar en toda su ropa me puse unos deportivos negros al igual que un buzo que me quedaba enorme, no había nada que me fuera menos grande.

Cuando salí, me estaba esperando en el salón con una sonrisa.

-Listo, nos esperan - Fruncí el ceño- No digas nada solo sígueme- Y eso hice bajamos por el ascensor rumbo a el estacionamiento algo que agradecí no quería pasar nuevamente por la recepción del edificio y ver a la gente mirarme por el estado que llegué ayer. Subimos a un auto y emprendimos camino a dios sabe dónde, pero confiaba lo suficiente en el como para dejarme llevar.

Cuando llegamos a el aeropuerto mi boca se abrió y no pude evitar interrogar.

-Me estas preocupando ¿Dónde vamos? - Me miro y pude divisar picardía en su rostro-

-Cancún- Me recosté en el asiento incrédula-

- ¿Es broma verdad? –

-No tu mereces unas verdaderas vacaciones- 

CRUEL INOCENCIA (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora