CAPITULO 39

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Ricardo

Angela me estaba llevando al bordé de la locura, esto ya no era fácil para mí por un lado sabía que ponerle un dedo encima en este momento podía significar que ella tal vez jamás me lo perdonaría y por otro lado no sé por cuanto poder controlarme. Ella seguía en cuatro patas sobre la cama, tomé una sudadera y me acerqué a ella para cubrirla por mi propia salud mental.

-Pequeña, debes vestirte te vas a enfermar - Ella se enrosco en mi cuello apenas me tuvo a su alcance, acercando su rostro al mío-

-Tengo calor ayúdame - Paso su lengua por mi oreja con sensualidad y chupo lentamente el borde de ella- Por favor - Susurro mientras dejaba un camino de besos por mi cuello – Cerré los ojos por todas las sensaciones que mi cuerpo sentía-

-Pequeña estas drogada, no está bien - Apenas pude decir lo último mientras ella ya estaba sacándome la remera-

-Solo déjame a mi- Ronroneo mientras su boca lambia mi torso. Cerré los ojos y disfruté su contacto y por todos los santos que lo estaba disfrutando.

Cuando sentí su mano desprendiéndome el pantalón me aleje de la cama, tenía que detenerme ahora o después ya no podría hacerlo. Pase mi mano por mi cabello con frustración no podía mirarla, si lo hacía me lanzaría sobre ella con seguridad.

-Pequeña duerme un poco necesito un baño - No la mire, pero un gemido salió de ella igualmente me metí en el baño y prendí el agua fría y me sumergí debajo del agua artificial sin ni siquiera sacarme el pantalón. Mi cuerpo estaba hirviendo y mi miembro palpitaba con intensidad pidiendo liberación.

Recosté mi frente en la fría cerámica necesitaba tranquilizarme y no entrar en esa habitación y hacerla mía. Después de cinco minutos me desvestí y me bañé, esperaba o más bien rogaba que ella ya estuviera dormida. Me envolví una toalla en la cintura y salí de mi refugio.

No podía creer lo que estaba viendo mi corazón se desboco y mi miembro comenzó a doler y no era para menos. Angela estaba en medio de la cama con las piernas abiertas y tocando se buscando su liberación. Y toda la moralidad que me repetía unos minutos atrás se fue al mismo carajo.

Camine hacia ella mientras me quitaba la toalla, nuestras miradas se conectaron podía leer el deseo en ella y seguramente ella podía leer lo mismo en mí. Saque su mano sin dejar de mirarla - Voy a ayudarte pequeña - Sus labios se abrieron un poco dando un gemido sordo -

Pase mi lengua por su pliegues suave pero a la vez firme lambi toda su vagina y me detuve en su clítoris que palpitaba con desesperación, chupe esa parte sensible mientras ella me tomaba del cabello y gemía mi nombre algo que me estaba haciendo perder la cordura. Su orgasmo llego con tanta furia que no pudo evitar aferrarse a la almohada con una mano y con la otra aferrarse a mi pelo con agresividad, los espasmos en su cuerpo la sacudían. Subí por su cuerpo y me quedé en sus pechos.

- ¿Mejor? – Pregunte rogando que con esto sea suficiente para calmarla-

-Aun no – Susurro-

No tardo en enredar sus piernas en mis caderas mientras yo devoraba uno de sus pezones, sus caricias en mi espalda me estaban enloqueciendo, eran tiernas, pero al mismo tiempo demostraba la necesidad de amor que tenía. En cada gesto, caricia, beso que me daba podía sentirlo.

Solté su pecho y la bese con toda la necesidad que he estado conteniendo todo este tiempo, ella no dudo en besarme con las mismas ganas, nuestras lenguas se enredaban en coordinación, en un movimiento rápido la posicione arriba mío quedando sentado sobre la cama. Cotamos el beso por falta de aire y nuestras frentes quedaron pegadas una a la otra, por unos minutos todo quedo en silencio y lo único que escuchábamos era nuestra respiración comenzando a regularizarse.

-Si quieres que me detenga debes decírmelo ahora - Dije con voz ronca, solo pararía si ella me lo pedía-

-No quiero que lo hagas, necesito sentirte dentro de mi- Coloco una mano en mi mejilla y dio una caricia mientras sus caderas arremataban contra mi pene-

- ¿Sabes lo que estás haciendo? Si te hago mía no habrá marcha atrás yo no comporto- Ella sol asintió-

No espere ni un segundo tome mi miembro en mi mano y lo guie a su entrada, entre completamente en ella de una estocada. Al principio pensé que había sido muy brusco ya que arqueo su espalda por la sorpresa, pero no paso mucho cuando empezó a mover sus caderas. La tome del trasero haciendo que mi miembro entrara más profundo, algo que parecía gustarle ya que gemía con más fuerza, sus pechos rebotaban al ritmó de las envestidas, sus paredes se contraían cada vez más sabía que otro orgasmo la sacudiría en un momento.

Mírame pequeña -Ella abrió los ojos y se conectó con mi mirada - Quiero que veas quien te está dando este placer - Con su mirada en mi acelere mi agarre en su trasero haciéndolo más rudo -

No paso mucho tiempo para que su orgasmo llegara y el mío le siguiera, nuestros cuerpos estaban bañados en sudor y después de unos minutos intente salir de ella, pero no me lo permitió sonreí ella también quería más y yo no iba a negárselo, tal vez esta seria la primera y última vez que la tendría así-

La acosté boca abajo en la cama y levanté su trasero, comencé a masajear su intimidad con mis dedos, ella inclino la cabeza para verme y en un gesto inocente se mordió el labio inferior.

-No hagas eso pequeña o no poder controlarme - Dios se veía tan sensual que perdí el control entre en ella fuerte y duro mientras ella pedía más -

-Si Ricardo, así mmm dios - Sus gemidos me iban hacer correrme más rápido aun - Dios me voy a correr aaa mmm -

-No metas a dios en esto el que te va a hacer correr soy yo no el- Sentí como mi pene era bañado por su néctar nuevamente y me cori en ella nuevamente-

-Eres genial- susurro-

La tome en mis brazos y la lleve al baño para sacarnos la traspiración del cuerpo, mientras la enjabonaba ella repartía caricias por todo mi toso, en ese momento entendí que ya no podría dejarla ir, cuando termine la bese con desesperación tenía miedo de que mañana me rechazara por lo que había hecho y no podía culparla por ello.

Tuvimos otra maratón de sexo bajo el agua, luego fuimos a la cama ya comenzaba a amanecer, pero el cansancio nos invadió y nos quedamos completamente dormidos uno sujeto al otro. 

CRUEL INOCENCIA (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora