CAPITULO 36

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Monica

Horas después de que Angela y Monica tuvieran su encuentro...

En una lujosa villa de chicago llamada Chicago-Naperville-Elgin ...

Monica se encontraba desnuda, golpeada y cubierta de semen de varios hombres que no conocía. La habían abusado en manada bajo la orden de su jefe, el hombre que la había enamorada solo para acercarse a su mejor amiga. Alguien que cargaba una máscara casi perfecta.

-Ya sabes lo que te pasara si abres tu linda boca- Su voz era amenazante - Das asco, sal de mi vista o no me importara que seas amiga de mi futura mujer y te matare como la perra que eres-

Ella intento levantarse, pero era imposible, su cuerpo dolía como nunca. Se sentía tan humillada pero no importara cuanta veces la destruyeran ella no iba a permitir que su amiga callera en las manos de este psicópata prefería morir antes.

-Saquen la basura muchachos y tiren esa alfombra ya debe tener olor a puta barata- Dos hombres la sujetaron de los brazos y la sacaron del lugar, ella ni siquiera forcejeo-

Angela

Angela estaba inquieta, aunque se sentía bien estar de vuelta, no podía dejar de pensar en Monica, había algo sumamente extraño en su comportamiento y ella sabía bien lo que era sentirse atrapada, maltratada y humillada por un hombre. Sus pensamientos volvieron a los hermanos Ortegas, ver la mirada de su amiga no hizo más que recordar su propia imagen en aquel momento. Sacudió la cabeza para dejar de pensar, no era sano hacerlo.

Su celular comenzó a sonar mostrando el nombre del hombre que le robaba el sueño y no precisamente con pensamientos.

-Alex - Respondió con una voz dulce-

-Hola mi ángel -

- ¿Vendrás por mi o voy por ti? - Una carcajada se pudo escuchar del otro lado del micrófono-

- Estoy saliendo, tuve algunos inconvenientes, pero voy por ti – No pensó en preguntar que era "el inconveniente"-

-Eso espero tengo hambre-

- ¿De comida o de mí? - Por dios las imágenes pornográficas que acaban de cruzar por mi cabeza no son decentes en lo más mínimo-

-Alex- Dije en forma de advertencia mientras él se carcajeaba como si supiera lo que estaba pensando-

-Tranquila mi ángel, pronto te voy a alimentar - Y solo me corto, suspiro por inercia-

Sali para esperar a Alex fuera del hospital y no pude evitar mirar a la dirección en donde se encontraba Oscar, se encontraba enfrascado en una conversación con otro hombre, parecía ser algo importante en especialmente por su acompañanta que se encontraba serio a extremo. No pude evitar mirar al hombre de reojo. Tenía un porte imponente a pesar de estar vestido simplemente de vaqueros y una camiseta blanca ajustada al cuerpo, rondaba los treinta y cuatro años aproximadamente nada del otro mundo.

Aparentemente percibió mi mirada en él ya que sus ojos negros como la noche se clavaron en mí de una manera como si me reconociera y yo por una extraña razon mire rápidamente en otra dirección ¿nerviosa? Nunca fui buena para reconocer a las malas personas, pero algo en este tipo me daba mala espina ¿Por qué? Ni yo lo se.

-Angela- La voz de Oscar llamo nuevamente mi atención en los dos hombres, sonreí forzadamente-

-Buenas noches, Oscar y ...-

- Roberto Sanchez - contesto el ojinegro estirando su mano en mi dirección -

- Un gusto Angela Peláez - Tome su mano un poco desconfiada, algo me decía que no me acercara y no ayudaba su mirada clavada en la mía. Juro que me dio escalofríos, pero no tuve tiempo de soltarlo cuando fui arrastrada para atrás por unas manos que rodearon mis caderas. Al chocar con el torso de alguien sentí un alivio inmediato al solo ver de perfil a Alex.

Alex - Susurre más aliviada que sorprendida, pero él no me miraba a mi sino al tal Roberto. Su mirada era de desconfianza pura -

- ¿Nos vamos? - Me pregunto ignorando a los presentes -

- Parece que la educación en Chicago ya no se usa, Oscar - Mis ojos se expandieron y me olvide de respirar. Este hombre no sabía con quién estaba hablando, pedía sentir a Alex tensarse por debajo de mi mano que por las dudas había colocado en su pecho, como si yo podría detenerlo de alguna manera. Mientras tanto el tal Roberto se había cruzado de brazos y tenía una sonrisa burlona.

Alex avanzo un paso quedando frente del conmigo aun sujeta, susurre su nombre pero fui ignorada globalmente, en pesaba a sospechar que tal vez mi altura tenía algo que ver con ser ignorada por estos hombres altos y fornidos.

-La educación solo la uso con la gente que me interesa usarla, el hombre demasiado cortes, falso es - Lo miro como si lo estuviera retando y se dio media vuelta aun conmigo de tiro y camino rumbo a su auto-

-Un placer conocerte Angela - Dijo a nuestra espaldas -

Ni siquiera se me cruzo la idea de darme vuelta y contestarle al sentir la maldición de Alex entre dientes.

Subimos a su auto y salió del lugar casi haciendo saltar los pistones del pobre vehículo, sus manos cerradas en el volante de este. Pensé en decir algo, pero por primera vez en mi vida obsté que era más sabio callarme y así lo hice.

Veinte minutos después estábamos estacionando en el parquin de un restaurant, el detuvo el auto y recostó la cabeza en el volante. No sabía si debía decir algo o seguir en silencio.

- Lo siento no me es fácil mantener mis impulsos bajo control - No podía creerlo Alex Silva estaba pidiendo disculpas-

-Pero que dices, yo en tu lugar le hubiera dado un puñetazo- Levanto la cabeza sorprendido y fui yo la que empezó a carcajear no sabía si era por la tención de hacía unos instantes o por su cara de no entender nada pero no podía parar de reír-

-Estas de broma ¿Verdad? - deje de reír y me pase sobre de él, apoye mi cabeza sobre su hombro-

-Gracias, gracias por contenerte por mi - Levente la cabeza y le di un corto beso en la mejilla- Se que no es fácil para ti controlar ese cavernícola que cargas - Y esta vez fue el quien se carcajeo -

-Vas a matarme mujer - Le sonreí -

-¿Qué te parece si bajamos a comer y luego vemos formas de como matarnos mutuamente- Levante y baje las cejas con picardía-

-Me encanta la idea te sigo- Como todo un caballero salió del auto y me abrió la puerta par luego tomarme de la mano y caminar a mi lado-

Cenamos pasta, conversamos como creo que nunca lo habíamos hecho, estábamos bien, nos sentíamos bien y eso me empezaba a asustar presentía que algo iba a salir mal en cualquier momento y no me equivocaba. 

CRUEL INOCENCIA (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora