Capítulo I

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Actualidad (8 años después)

Celia.

Londres era precioso, pero odiaba que lloviera tanto. En Norwich, donde nací y me crie, llovía menos. 

Me hubiera quedado de no haber sido porque, la única oportunidad de trabajo que me habían sugerido tras acabar la carrera, era en Londres. El inconveniente principal era lo que costaba vivir allí y que no me lo podía permitir yo sola, por eso, Richard, mi novio, se ofreció a venir conmigo. Él trabajaba desde casa, así que podía mudarse perfectamente. 

Justo llegaba a casa cuando me encontré con la señora Pulman, una mujer viuda que vivía en el primero y amaba meterse en la vida de todo el mundo, revisando su buzón. 

- Buenas, Señora Pulman - la saludé. 

- Niña - me llamó -, ¿Sabes algo de los nuevos? Se mudaron de noche, nadie les ha visto todavía. 

- Ni siquiera sabía que habían nuevos - me encogí de hombros, revisando también mi buzón -. ¿Se mudan al tercero?

Lo admitía, me gustaba hablar con la Señora Pulman y enterarme de algún que otro cotilleo vecinal. 

- No, se mudan al ático - murmuró -. Son tus nuevos vecinos de al lado, las otras dos estudiantes se han largado. Nadie sabe cuando, pero lo han hecho. 

Una lástima, amabas estudiaban cocina y de vez en cuando nos daban comida. Además, eran muy tranquilas. 

- Tengo que irme, en cuanto sepa algo se lo digo - me despedí, subiendo en el ascensor. 

Entré en casa y vi a Richard preparando la mesa en la terraza. Era bonito que intentara cocinar para mí, aunque se le daba fatal. 

- Hola, cariño - me acerqué y le di un beso. 

- ¿Qué tal te ha ido?- preguntó -. ¿Te sigue puteando tu jefe?

- Sí, aún se cree que es mejor que yo porque él es un hombre y yo no - rodé los ojos y me senté -. Gracias por hacer la comida, por cierto. 

Cuando me iba a responder, sonó el timbre. No esperaba a nadie, y, por el ceño fruncido de Richard, supuse que él tampoco. 

Abrió la puerta y una chica con una mitad del pelo negro y la otra mitad blanco, bastante baja y con unas caderas pronunciadas, estaba de pie ahí. Parecía muy joven. 

- Hola, soy Amaya, vuestra nueva vecina de al lado - solo con escuchar eso, me levanté corriendo para ver quien era y contárselo a la Señora Pulman -. Quería saludar porque os he visto en la terraza y, bueno, no parecéis unos viejos cotillas. 

Richard me miró, escondiendo una sonrisa. Y yo anoté mentalmente que Amaya, era Canadiense. 

- Encantada, yo soy Celia y él es Richard. Si necesitas cualquier cosa con la mudanza, nosotros estamos aquí - sonreí. 

- Gracias, pero me he mudado con mi novio y su amigo - contó. Miró un poco detrás de nosotros y añadió:- Os he interrumpido la comida, lo siento. 

- No te preocupes, ha sido un placer conocerte - la tranquilizó Richard, despidiéndose. 

Al cerrar la puerta, él empezó a reírse y no hacía falta que dijera por qué. 

- Seguro que ya lo sabías - dijo, entre risas. 

- Pues sí - dije, muy digna. 

Nil. 

Londres era triste. ¿Dónde estaba la fiesta? Al menos, eran buenos jugando a fútbol. 

Yo odiaba Norwich, por eso me fui cuando cumplí los dieciocho - o al menos eso es lo que me digo a mí mismo -, pero es que Londres era incluso peor. Yo estaba aquí solo porque sin Adam, mi mejor amigo, mi vida sería un desastre. 

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