Capítulo XIX

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Celia.

Miré a la puerta, nerviosa, y me maldije por haber dejado a Nil abrirla.

- ¿Qué coño haces en mi casa?- le preguntó Richard, empujándolo contra la pared.

Mierda... Amaya y Adam no podían ver esto. Iba a morirme de vergüenza.

- ¡Richard!- exclamé, agarrándole del brazo para llevarle a la habitación y hablar con él.

Olía a alcohol y tabaco. Me pareció hipócrita, ya que Richard siempre había repetido el asco que le daba todo eso y lo malo que era. Obviamente, dejando claro que Nil consumía todo eso.

- ¿Qué haces aquí?- le pregunté, susurrando para que no se enterasen.

- He venido a ver a mi novia y...- hizo una pausa, respirando aceleradamente - y me la he encontrado con otro. ¡Con el mismo con el que me puso los cuernos!

- No grites - ordené, cruzándome de hombros -. Y no soy tu novia, eso para empezar.

- No sé qué cojones te pasa - dijo, pasándose una mano por la cara -. Yo te quiero. Y... tú me quieres.

- Richard, yo te quise mucho, pero tus actos no me permitieron seguir haciéndolo - sentencié, mirándole a los ojos -. Y no ha sido fácil, créeme.

Se quedó mirándome un rato largo y pensé que iba a... no sé, gritarme y decirme de todo, pero no fue lo que hizo.

- Te vas a arrepentir en cuanto te vuelva a romper el corazón - advirtió, arrastrando un poco las palabras -. Y espero que no me vengas llorando como hiciste la última vez porque ya no voy a estar ahí.

Le miré y... quise gritar de frustración. Estaba pasándomelo bien hasta que llegó. Me entró mucha rabia, nunca había sentido tanta.

- ¡No te he dejado porque quiera irme con él!- grité, obligándome a aguantar las lágrimas de rabia -. ¡Te he dejado porque me agobias! ¡Te he dejado porque nunca me has tenido en cuenta y porque no entiendes lo que significa el amor!

- ¡Celia!- gritó, dejando claro que quería que me callara.

- ¡Y porque te acostaste con Lisa más de una vez y no fuiste capaz de contármelo!- seguí desahogándome -. Y... estoy harta de tener que darte explicaciones por cada cosa que hago, Richard.

- Nadie te va a querer como te he querido yo - intentó amenazarme.

- Eso espero.

Parece que entendió el mensaje y se calló, mirándome. Puede que de verdad estuviera dolido, pero era demasiado tarde como para remediarlo.

Antes de que saliera por la puerta, le di el resto de ropa y cosas que tenía aquí. Me aseguré de que no cogiera llaves y le pedí que no volviera más.

Me dolía la cabeza y estaba mareada.

Nil.

Adam miraba a la habitación con pena, Maya estaba asustada y yo solo quería entrar ahí y echar a Richard.

Entonces, él salió cargado de cosas y me dedicó una última mirada que me encargué de devolverle.

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