Extra I

5 2 78
                                    

Celia.

La luz del sol tocaba mi cuerpo... pero me desperté por culpa del despertador. Escuché otra respiración que no era la mía y en un principio me asustó, pero luego recordé que Nil dormía en la cama de debajo.

Me asomé y vi cómo se abrazaba al cojín con fuerza. Sonreí, encandilada. Estaba muy guapo así.

Puse los pies en el suelo, tratando de no despertarle. Recordé lo que me había contado; Su padre se había emborrachado, Nil le pidió que parara de beber y él le había echado de casa.

Desde la muerte de su madre, nada era igual... También discutían cuando ella vivía, pero su madre lograba hacer que Nil se sintiera mejor.

A mí no me molestaba darle un sitio donde dormir. Al final, éramos amigos. O eso quería él que fuéramos.

Fui al baño a darme una ducha. En una hora y poco, debíamos estar en clase.

Vi que Nil seguía durmiendo y me acerqué a despertarle. Él murmuró el nombre de Lisa y volvió a dormirse. Fruncí el ceño muy confusa... ¿Por qué nos había confundido?

- Tenemos que ir a clase - probé de nuevo.

Finalmente, se despertó.

- Celia - me llamó -. ¿Puedo no ir?

- Nil, has faltado a muchas clases ya - le recordé, agarrándole la mano -. No te saltes ninguna más.

Él puso su mirada en nuestras manos. Tragó saliva. ¿Había hecho algo mal? Se puso en pie de golpe y se puso a hacer su cama.

- Deja...- traté de decir, pero notaba que tenía prisa y mi nerviosismo aumentó -. Aún nos queda tiempo, no corras.

No contestó. Joder, siempre me dejaba llevar por mis sentimientos, pensando que él algún día iba a corresponderlos. Era estúpida.

Cogió su ropa del dia anterior y salió de la habitación. Después, escuché la puerta del baño. ¿No me iba a decir ni buenos días?

Mi madre subió las escaleras, sonriendo. Quise imitarla, pero no me salía.

- ¿Nil está en la ducha?- preguntó. Yo asentí -. Os he preparado ya el desayuno, yo me tengo que ir a hacer la compra. Cuando acabéis, no hace falta que lo freguéis o se os hará tarde.

Se acercó a darme un abrazo y alguna lágrima se me cayó. Sin embargo, las aparté enseguida.

Ella se despidió de mí y me pidió darle recuerdos a Nil. Lo apreciaba muchísimo. Y ahora, desde la muerte de Emma, pasaba más tiempo con nosotros que con nadie. A mi padre no le hacía tanta gracia y siempre trataba de evitarlo.

Bajé a desayunar. Me había cansado de esperar a Nil. Cuando di el primer bocado, bajó por las escaleras. Acababa de ducharse y olía muy bien.

- Mi madre te ha dado recuerdos - le dije, mientras se sentaba enfrente de mí.

- Dale las gracias por dejar que me quedara de mi parte - respondió, más centrado en su plato que en nada.

Igual estaba preocupado por todo lo de anoche. Probablemente no tenía nada que ver conmigo. ¿Verdad que no? ¿No la había cagado?

Volver a ser nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora