Capítulo XXIV

6 2 63
                                    

Nil.

Tenía que estar soñando. ¿Acababa de hacer todo eso con Celia?

Vale, debía dejar de pensar en eso porque ni el agua fría de la ducha me estaba ayudando. Me seguía ardiendo la piel.

Estuve un buen rato en la ducha, tratando de mentalizarme de que ahí fuera habían personas que no eran Celia y que no podían enterarse de nada.

Cuando salí y fui a la habitación para ponerme el pijama, Louis estaba sentado en la cama mirando el móvil.

- Hola - le dije, secándome el pelo con una toalla.

- Hola - murmuró.

¿Y ya está? Normalmente él era el que saludaba con entusiasmo y me reñía cuando yo lo hacía secamente.

- ¿Te pasa algo?- pregunté, frunciendo el ceño.

- Tengo que hacerte una pregunta, Nil - respondió, muy serio -. ¿Ha sido solo sexo o de verdad la quieres?

Fue como una patada en el estómago. ¿Celia se lo había contado?

- ¿Qué?

- Porque si sientes nada por ella, mantente alejado - siguió,  apuntándome con un dedo -. Puede que a ti te dé igual, pero Celia se pasó años sufriendo por tu culpa y no quiero que vuelva a pasar por ello.

- ¿Años?- pregunté, intentado asimilarlo todo.

Algo cambió en el rostro de Louis.

- ¿No te diste cuenta?- preguntó, desconcertado -. Celia no se enamoró de ti porque saliste con ella, Celia llevaba enamorada de ti años.

No.

- ¿Por qué te crees que Lisa salió contigo?- espetó, haciéndome cerrar los ojos -. La tuviste ahí para ti y no lo apreciaste, Nil. Yo creo que llegas tarde.

Volví a la muerte de mi madre, a Celia acompañándome al funeral, ayudándome cada vez que me derrumbaba... O cuando mi padre me echaba de casa y ella me ofrecía dormir en la suya. ¿Estaba enamorada de mí? ¿Lo hacía por eso?

¿Por qué me decía todo esto ahora? La última vez que besé a Celia, no se lo tomó tan mal. Había cambiado algo. No sabía el qué, pero Louis había visto alguna cosa diferente.

- Yo... no lo sabía - murmuré -. Si lo hubiera sabido nunca le hubiera hecho eso.

- Lo sé - contestó, yendo hacia la puerta.

Cuando estaba a punto de irse, se giró para ver si añadía algo más, pero no pude.

La única cosa que tenía clara, era que no era solo sexo.

Celia.

Amaya me estaba contando sus anécdotas en esta casa. Cuando trajo a su primer novio, cuando le vomitó a su madre encima... Yo deseaba poder estar participativa, pero no podía.

Mi mente era una maraña de pensamientos que no llegaban a ninguna parte. ¿Me había dejado utilizar otra vez? ¿Iba a arrepentirme? ¿Los ojos de Nil decían la verdad?

Volver a ser nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora