Capítulo XXVI

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Nil.

No me podía sacar de la cabeza mi suposición - por la cual pondría la mano en el fuego - sobre el chico del que Lisa se había enamorado.

Por supuesto que no era yo. Era Richard.

Básicamente, me había enterado de que Lisa y él se estaban acostando. Y ambos empezaron algo justo después de que Lisa me dejara. Lo que me llevaba a la conclusión de que, si a Lisa no le gustara Richard en un sentido más que sexual, no seguirían teniendo sexo, se hubiera aburrido ya.

- ¿Es Richard?- le pregunté a Louis en un susurro.

- ¿Quién?- cuestionó él, confuso, buscando a su alrededor.

Estábamos en el barco alquilado. Aproveché que nos dejaron solos para preguntárselo.

- No es que me importe, eh - aclaré, antes de seguir -. Pero es que tengo curiosidad por saber de quién se enamoró Lisa.

Louis rodó los ojos.

- Como abras la boca, te la parto - amenazó, suspirando -. Sí, es Richard.

Ni siquiera sé por qué me sorprendió si ya lo sabía.

- No quise darle tanto detalle a Celia, pero tampoco quería que viviera engañada - añadió, fijando su vista en ella -. Hacía mucho que no la veía tan feliz.

Giré la cabeza para mirarla. El poco viento que había hacía que su pelo se ondeara y el sol resaltaba el color de sus ojos. Y se le veía tan calmada mientras se reía...

- Conozco esa mirada...- murmuró Louis a mi lado, obligándome a apartar la mirada -. ¿Estás sintiendo cosas en ese trozo de piedra que tienes ahí?

Ese trozo de piedra que tenía ahí, se aceleró solo con escucharle mencionar eso último.

- Solo la estaba mirando, Louis - dije a la defensiva -. No hay nada.

- Pero es que no es cómo tú la miras, es cómo os miráis - siguió -. ¿Te acuerdas de lo que pasó ayer, no? Imagino que sí - esbozó una sonrisa -. Pues no te dije todo eso porque os lo montarais en el sofá, fue porque vi la ilusión en su cara.

No estaba preparado para escuchar eso.

- Tenía esperanza en que te hubieras dado cuenta de que merece la pena intentarlo con ella.

- Lo he hecho - le interrumpí.

- Demuéstralo, Nil.

Odiaba esa puta palabra.

- No sé demostrarlo - espeté por segunda vez en menos de cuarenta y ocho horas -. Nunca lo he hecho antes.

- No es necesario que se lo digas, solo tienes que demostarlo - murmuró.

Adam salió con alcohol para todos y ya me encontré un poco mejor, no quería pensar mucho.

Celia solo aceptó las cervezas.

- ¿Jugamos a verdad o reto?- preguntó Maya, que llevaba un par de copas de más.

La última vez que jugué a esto con Celia, acabó haciéndome una mamada.

- ¡Empiezo yo, venga!- dijo ella, emocionadísima -. Adam, cariño, ¿verdad o reto?

- Verdad - respondió él, riéndose al ver la cara de fastidio de su novia.

- Siempre eliges lo mismo...- comentó -. ¿Alguna vez te has besado con alguien de tu mismo sexo?

Adam desvió su mirada hacia mí y tragué saliva, divertido. Él asintió y Maya gritó de felicidad.

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