Capítulo IV

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Nil. 

Ir al supermercado con Maya era una tortura, pero ir a comprar ropa con ella era todavía peor. Tardaba horas en elegir algo para comprarse, a pesar de haberlo visto antes por internet. Encima, lo estaba grabando todo para su estúpido canal. 

- Nil, ¿me queda bien esta camisa?- salió del probador -. Es que no sé si este color pega con mis ojos. 

- Tu novio está ahí fuera, ¿Por qué no se lo preguntas? - señalé a la entrada, donde veía a Adam con tres cafés en la mano. 

- Pues porque busco una opinión sincera, él me va a decir que me queda bien aunque me quede mal - aclaró, haciendo poses en el espejo -. Bueno, ¿me lo compro o no?

- Sí - contesté, desesperado -. Y eso te quedaría bien con el pantalón rojo que te has comprado - sugerí, recogiendo las bolsas para irnos. 

Ella pareció pensar si irnos o no y mi paciencia estaba agotándose, pero al final salió y se fue hacia la caja. 

Celia. 

No era gran fan de comprarme ropa, pero empezaba a hacer calor y casi no tenía ropa. No sabía mucho de tiendas, así que fui a una donde había bastante gente. Me gustaron un par de cosas, pero no sabía si me quedarían bien y me limité a irme a otra tienda donde vendieran el tipo de ropa que suelo llevar siempre.

De camino a casa, me quedé mirando una tienda distraídamente y, cuando miré al frente, vi el colorido pelo de Maya, la esbelta figura de Adam y el pelo rizado de Nil. No pude evitar quedarme mirándole. 

Parecía un poco más alto, se había dejado el pelo crecer por los lados y tenía un par de tatuajes en el brazo derecho. Lo veía más... adulto. Y no estaba preparada para sustituir la imagen de él con diecisiete años, por la de él con veinticinco.

A Adam se le cayó algo y los tres se giraron al mismo tiempo para ver lo que era. Recé para que no levantasen mucho la vista y me vieran, incluso comencé a andar más despacio, pero Amaya lo hizo y me saludó enérgicamente con la mano, provocando que los otros dos me mirasen también. 

No acercarme sería un poco descortés, así que me acerqué lentamente. Pensando en qué iba a decir. 

- Hola, Celia - me saludó, dándome un pequeño abrazo -. De haber sabido que ibas a venir por aquí, hubiéramos venido juntas. 

Traté de decir algo. De verdad. Pero solo pude asentir y dar una sonrisa a medias. Olía demasiado a su colonia, olía mucho a... a él y eso me distraía un montón. 

- Creo que no conoces a Nil - dijo ella -. Bueno, es nuestro compañero de piso. Nil ella es Celia, te he hablado de ella. 

Entonces, me giré para mirarle. Seguía teniendo esos ojos marrones y grandes, los labios finos y la nariz puntiaguda. Y seguía oliendo asquerosamente bien. 

- Encantado - sonrió, tendiéndome la mano.

Incrédula, le di un apretón de manos. Todo se quedó en silencio por lo que creí una eternidad. 

- Nosotros ya nos íbamos, ¿Necesitas que te llevemos?- se ofreció Adam. 

- No - encontré mi voz y aparté mi vista de él -. No, no. Me vendrá bien dar un paseo. 

- Adiós, Celia - dijo alegremente Amaya. 

Los tres se metieron en un coche negro bastante bonito y yo me obligué mentalmente a no quedarme parada en medio de la calle. Y a intentar olvidar lo que acababa de pasar. 

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