Capítulo XVI

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Celia.

Rodé la llave y entré a casa. No... no me sentía muy cómoda ahí dentro, sabiendo que Richard estaba en la habitación preparando su maleta para un viaje de negocios. Ni siquiera sabía qué decirle. ¿Tenía derecho a estar enfadada por lo de Lisa en cuanto yo había hecho lo mismo? ¿Cómo iba a reaccionar cuando se lo contase?

- Hola, Richard - murmuré, apoyada en el marco de la puerta. 

- Buenos días, cariño. 

Se acercó a darme un beso y aparté la cara. Él frunció el ceño y no vi mejor oportunidad para contárselo que esa. 

- Quiero hablar contigo sobre... una cosa - anuncié, mirándole a los ojos -. Es... ya sabes que vengo de Norwich, de ver a mis antiguos compañeros de clase...

- Celia, dilo ya - exigió, mirándome fijamente. 

- Yo...- suspiré -. He besado a alguien. 

Se formó un silencio y cerré los ojos con fuerza, pero podía escuchar cómo se movía. 

- Solo nos besamos, lo prometo - añadí. 

- ¿A quién?- preguntó, con la voz dura. 

- Qué más da...

- ¿A quién?- insistió, alzando la voz. 

Pensé en darle otro nombre, mentirle, pero no pude. Se merecía saber la verdad. 

- Nil. 

Abrí los ojos al oír un golpe seco. Le había dado un puñetazo a la pared, le había hecho un agujero con la forma de su puño... Prometió no hacerlo más desde la última vez. 

- ¿Te vas un día y ya te acuestas con él?- inquirió, apretando el puño con fuerza -. Eres una maldita zorra, Celia. ¡Sabía que esto iba a pasar! ¡Sigues siendo la misma niñata que eras!

- Solo nos hemos besado - le corregí, en voz baja. 

- ¡Me importa una mierda! - gritó, lanzando el despertador a la pared en la que estaba yo apoyada. Dio justo encima de mi cabeza -. Estás deseando que me vaya para tirártelo, ¿no? En la cama que pagué yo. ¡Como todo en esta puta casa! No tenías dinero cuando vinimos aquí... vivirías con tus padres de no haber sido por mí. 

Me ayudó el primer mes y el segundo, pero llevábamos casi un año viviendo juntos... Había pagado muchas cosas. 

- ¿No vas a decir nada?- preguntó, acercándose a mí. 

- Aléjate, Richard - le pedí, tratando de no sonar nerviosa -. Por favor. 

- ¿Ahora tienes miedo de mí? ¡Soy tu novio, joder!- volvió a gritar, quedándose a muy poca distancia de mí -. ¿Por eso no querías acostarte conmigo? ¿Por el imbécil que se fue con tu mejor amiga?

- ¡Pero al menos él no me puso los cuernos con ella!- solté, sin saber de dónde había salido tanta ira y valentía -. ¿Pensabas contarme que te acostaste con ella durante casi un año? ¿Eh, Richard? 

Pareció cambiar algo en su expresión, como si toda su mentira se desmontara. 

- Mira...- comenzó a hablar -, voy a irme de viaje y, cuando vuelva, lo hablamos. 

- No quiero que vuelvas - dije, seria -. Esta casa es mía y no quiero verte por aquí. 

- No sabes lo que dices... 

- ¡Sí que lo sé!- protesté, cerrando su maleta y poniéndosela delante -. Quiero dejar lo nuestro. No quiero que aparezcas por aquí. La ropa que dejes aquí puedes venir a recogerla otro día, pero no pienso dejar que te quedes. 

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