Capítulo XXIII

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Celia.

El primer día que llegamos nos dedicamos a ver la casa, cenar en un restaurante cercano e irnos a dormir después de hablar un poco. No fue muy interesante, pero fue divertido.

La noche sí que fue interesante. Había dormido con Louis alguna vez, pero cuando teníamos diez años y no veinticinco. Ahora sí que era un poco extraño.

Cuando me desperté, me levanté para salir al salón y sin querer me fijé en Nil, que dormía sin camiseta. Al ver que se movía, me fui corriendo.

- ¿Os apetece ir a la playa?- preguntó Amaya, terminándose su desayuno.

No podía recordar la última vez que había ido a una.

- A mí me parece bien - dije.

Adam y Louis estaban de acuerdo, así que Nil se encogió de hombros, aceptando cual era su destino.

Subí a mi habitación para cambiarme y justo cuando acababa de ponerme el biquini, se abrió la puerta. Se cerró enseguida con mucha fuerza.

- Perdón, no... no sabía que estabas ahí dentro - escuché a Nil hablar a través de la puerta -. Quería coger mi bañador.

- Puedes entrar a por él - contesté, plegando mi pijama para guardarlo.

Nil entró, murmurando algo, y se quedó quieto delante de mí. Levanté la mirada para ver qué quería y me di cuenta de que me estaba mirando, pero al darse cuenta, dejó de hacerlo.

- Bueno, me voy - dije rápidamente.

Me dirigí a la puerta y antes de cerrar, le escuché suspirar.

Nil.

Debería ser ilegal que a alguien le quedara tan bien un biquini.

- Celia está muy guapa hoy, eh - me dijo Louis, con tono juguetón -. Me gusta su pelo.

Estábamos de camino a la playa y teníamos delante a los demás.

- No sé qué quieres que te diga - contesté, no muy simpático.

- La verdad, Nil, la verdad.

- ¿Qué verdad?- pregunté, confuso.

Louis se marchó, sin decir nada más. Empezaba a hartarme de que hiciera esa mierda.

En la playa, todos se metieron en el agua y yo decidí quedarme debajo de la sombrilla bebiéndome una cerveza. Me quejaba de Londres, pero era mejor que ir a la playa.

- Vamos a jugar a volley, ¿juegas?- me preguntó Adam.

Negué con la cabeza, pero me agarró del brazo y me arrastró hasta donde estaba la red. Ahora me daba el sol en los ojos.

- Adam, Elias y yo somos un equipo - dijo Maya, señalándose -. Louis, Nil y Celia, son otro.

Si Celia seguía siendo igual de mala jugando a volley como lo era en el instituto, íbamos a perder.

Empezamos a jugar y, efectivamente, Celia era muy mala. Incluso Louis - que odiaba prácticar cualquier actividad física - jugaba mejor.

Entonces, en el tiro final, Celia lanzó el mejor tiro que se podía haber lanzado en aquel momento y ganamos. Ella parecía muy confusa, pero al ver que Louis iba corriendo a abrazarla, lo entendió.

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