6. 𝙰𝚜í 𝚜𝚘𝚗 𝚕𝚊𝚜 𝚗𝚘𝚛𝚖𝚊𝚜

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—... Y así seréis enormes como nosotros, sobre todo si coméis mucha carne —concluye Hax frente a las crías, chicos para ser más concreto, mientras lo observan con las pequeñas manos apretadas y lanzando exclamaciones. Él aprieta bien los bíceps y hace posturitas que también hacen los adolescentes aunque no hayan hecho todavía el cambio—. ¡Ser un macho adulto es lo mejor del mundo! —Hincha su pecho, orgulloso, porque ahora sí puede decirlo sin que otro lobo le llame cachorro para dañar su ego.

Casi se cree súperman, pero no es mal lobo. Sólo un poco bocazas.

Hoy Hax me pidió a primera hora de la mañana que le ayudara con las crías. Le encantan los niños, quizás porque lo abandonaron y algunas crías le llaman « hermano mayor » si no tienen padres. Admito que en un principio puse mala cara porque eso no me generaba beneficios, pero luego recapacité y pensé que sería una buena idea enseñarles un poco de protocolo y hacerles recordar las normas, porque todos debemos de saberlas sin excepción. Claro, las básicas para ellos porque la mayoría a duras penas llega a los seis años.

—Hax, ni se te ocurra contarles detalles más adultos. Son niños y tienen mucho tiempo para experimentar e investigar —le advierto en un tono serio, provocando que el grupo de niñas que están a mi lado se queden quietas. Han olido el enfado.

—Tranquilo, Row, no cometeré un error como ese —dice tranquilo, llevándose a un mocoso moreno que se está quedando dormido y después mira a las niñas—. Poned a Rowen muy guapa con las florecitas, chicas —sonríe y, antes de que le gruña a modo de advertencia, se adelanta para irse, haciendo que los niños corran tras él junto a una decena de gritos.

—Guapa te voy a poner esa cara como te pille... —mascullo por lo bajo.

Las niñas se ríen y vuelven a lo suyo. Adoran que tenga el cabello largo, porque entre lobos lo común es llevarlo corto para que genere pocos problemas; aunque lo mío es por gusto personal e influencia de mi madre. Siguen poniendo florecillas en el moño que me he hecho sólo para mantenerlas entretenidas, evitando así responder preguntas que no quiero dar. Las crías son muy curiosas, muy lloronas, muy emocionables... Así que cualquier olor abrupto las pone en alerta.

A lo tonto, venir al Garden no ha servido de mucho porque los adolescentes se han escaqueado de las labores que tenían que hacer y, como lobo que hace respetar las leyes, tengo que darles una lección. Algún día de estos me vengaré para darles una lección que no olvidarán.

—¡Has quedado como toda una princesa! —chilla una de las niñas, tirando de dos más para admirar su trabajo de grupo por la parte de delante. Mi cara es un poema, porque no veo nada de nada, y diría que por su forma de observarme están contentas con su trabajo—. Tu pelo es muy bonito, Row.

—Gracias, bonita —le sonrió un poco. No soporto a los niños, pero las niñas pequeñas son otra historia si tienes un buen manejo—. Ahora idos a molestar a Hax. Decidle que Row va a escupirle en la cerveza por ser un lobo malo.

Todas asienten y se marchan, chillando como locas, hacia donde están los demás para transmitir mi mensaje que es una parte en broma y en otra como forma de advertencia.

Conmigo no se juega.

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« Esto es lo que te perdiste el otro día, Rowen. ¿Qué opinas? ¿No te gustaría venir a casa ahora y quitármelo con la boca? » Eso es lo que dice el mensaje de Serah junto a una foto. Lleva una prenda que no sé muy bien cual es con transparencias, dejando las tetas visualmente bien colocadas aunque el reflejo de la luz borre las pezones. Es bonito, será suave y fácil de arrancar. Sin embargo hay problema en la fotografía: Hay algo en la esquina, muy poco camuflado para que alguien como yo no se dé cuenta, y mi mala cara se muestra enseguida junto a un gruñido de desaprobación.

𝕽 o w e n [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora