Antes no podía ver lo que quería decir Ewan con el concepto de « sacrificio ». Tenía entendido que estábamos hablando de todo lo que perdimos en el pasado, todos los pasos que tuvimos que dar hasta llegar a este presente; pero la cosa es más compleja, porque al mismo tiempo que sacrificamos algo en nuestro presente, estamos asegurando algo para el futuro. Aún no sé exactamente qué es lo que está sacrificando él para mantenernos a ambos lobos al otro lado del muro, lejos de la zona de conflicto.
Lo que sí sé es que Dante va a tener que sacrificar un Celo pacífico y agradable si quiere venir conmigo cuando llegue diciembre. Yo, en estos momentos, estoy sacrificando parte de mi dinero para ayudar a Ewan desde la distancia. Haga lo que haga, tiene mi dinero a mano y él es lo bastante listo para desenvolverse; sin embargo, yo también estoy sacrificando algo más, y es que tengo que transformar el significado de « nosotros ». Ahora tiene que alejarse del pensamiento simplista de que estamos hablando de una pareja que está separada. Dante está dentro de la ecuación, es el suplemento que me mantendrá activo sexualmente para que cuando tenga que actuar no lo haga sin pensar.
Ahora tiene sentido, al menos en parte. Esa idea cruel de engañarnos de nuevo a ambos lobos es algo muy propio de Ewan, porque entre una cosa y otra, ha estado consiguiendo (sin que yo me diera demasiada cuenta) que Dante se me pegara tanto como un cachorro. Se ha arriesgado mucho, sobre todo porque fácilmente podría haberle dicho al lobo que no y que le dieran por culo. Se aprovechó de mis sentimiento por él, sabiendo que haría lo que fuera para que Ewan fuera feliz cuando todo pasara.
Pero ese « todo » no es lo que pensé en su momento. Ese « todo » todavía no ha llegado, y eso significa que el fuego de esta caldera se ha ido cociendo bajo y muy calculado.
Sin embargo eso no responde a la pregunta de por qué Amaris murió. Esa es la cuestión que se me sigue enquistando conforme pasa el tiempo, porque Dante estuvo destrozado por la pérdida e intentó suicidarse. No es un puto juego.
—Lo has hecho perfecto, Dante, sigue así —le beso en los labios antes de sacársela de dentro y salirme del colchón. Tengo que admitir que se ha esforzado mucho para llegar hasta donde ha llegado.
—¡Te hice llegar hasta la quinta! —grita, casi afónico y jadeante, sin dejar de mirarme con una sonrisa enorme de victoria—. ¡La quinta, joder!
—Sí... sí... ha sido una pasada —le hago un gesto desdeñoso, dándole la espalda para estirarme todo lo posible, tronándome los huesos en varias partes del cuerpo—. Ahora descansa un poco más, sino no podrás venir a echar una mano.
—¿Y mis mimos post-sexo?
Suspiro, porque los había olvidado al querer comprobar unas cosas antes de empezar el día. Asiento varias veces, volviéndome a meter con el otro lobo en el colchón para dedicarle unos merecidos quince minutos de caricias, besos, mordidas, abrazos y provocarle al tener el culo tan sensible y húmedo. Toda mi vida voy a ser un cabrón, así que nadie puede recriminarme nada, especialmente si soy de esos que les gusta obsesionar a aquellos con los que follo más de una vez.
Dante es mi primer lobo, la primera experiencia en romper un tabú y mostrarme que por muy bruto y territorial que fuera a veces, cuando se ponía blandito en estas situaciones, era fácil de manipular. Dejaba de ser terco, gruñón o caprichoso. Yo mismo me había encargado en todos estos meses de que se volviera muy pasivo en los mimos post-sexo. Me dejaba hacerle todo lo que quisiera pero, siempre y cuando, tenía que darle ese cariño que exigía para que me ronroneara al oído.
Tengo que admitir que tiene un toque enternecedor que me gusta.
Para cuando concluye ese tiempo, y le arranco una corrida sin siquiera metérsela, le doy otro beso para dejarle descansar. Cumple, me satisface, pero no es lo mismo que Ewan; Dante termina cediendo muy fácilmente una vez empiezo a follarlo y tengo que ordenarle que pelee o pararé, dejándole con el calentón. Al principio es pasable, pero cuando tienes que repetírselo todo el rato es molesto.
ESTÁS LEYENDO
𝕽 o w e n [También en Inkitt]
Werewolf[Libro 1] Ser la mano izquierda de tu Alfa es un honor que no todo lobo puede llevar sobre sus hombros, pero es aquello a lo que muchos aspiran alcanzar en algún momento de su vida. Dicen que ese rango especial es lo más cercano a la perfección, al...