Celos, eso es lo que siento; y también enfado.
Los celos son una respuesta lógica del cerebro, un temor que se extiende por todo tu ser como lo haría el veneno de una serpiente. No puedes eliminarlos, menos si eres un lobo. Somos territoriales, mantenemos un territorio para sentirnos seguros, nos aseguramos de que nuestro humano esté siempre protegido de otros lobos... más si son desconocidos. Esto que he visto es una bandera roja, un anuncio que ha devuelto a mi mente posibilidades de las que no quiero creer que sean ciertas.
Eso significa que también, cuando vemos algo que nos preocupa, nos volvemos inseguros automáticamente. ¿Son evitable? Sí. ¿Puedo evitarlos ahora? No, la verdad es que no puedo.
Ewan vuelve a la caseta cuando el coche se marcha, viendo que el lobo que se aleja se despide con un gesto de la mano antes de meterla en el vehículo. Me quema la sangre, pero no estoy viendo rojo; todavía. Soy lo bastante inteligente para obtener el beneficio de la duda, controlar el impulso de ir ahí y gritarle qué coño estaba haciendo con un lobo desconocido, quién era y por qué le guiñaba el ojo si ese gesto sólo me lo dedica a mí. Aun así esto es un grieta y no precisamente en los restos de la coraza que me quedan en el pecho, sino en el corazón.
Vacilo en mis primeros movimientos, estando muy tentado de ir hacia allá y hacer como que no he visto nada y acabo de llegar. Hasta que decido sacarme la pitillera y llevarme un cigarro a los labios, apoyándome en la moto. Lo prendo, con la mano temblando de rabia, e inspiro por la nariz para recordarme que todo irá bien. No tengo que ser un cóctel de inseguridades y celos, pese a que lo que he visto es suficiente para transformarme en uno.
La primera calada sabe amarga, pero no tanto como el primer sorbo del whisky con Liam. Tampoco estoy borracho, sólo un poco a tono. Aun así le sigue unas cuantas más, idas y venidas de respiraciones y humo que expulso tras cada inhalación; después un segundo cigarro, un tercero, y en el cuarto paro porque en el estómago se me está haciendo una pelota. La bilis repta por mi garganta.
—Hey —me dice alguien, haciéndome girar con la mitad del cuarto cigarro encendido. Estaba mirando a la nada, observando una tonta piedra para concentrar toda mi atención en eso. Al girar la cabeza, veo que es Ewan con la bolsa y señala hacia atrás—. Tarde, como te dije —acota al ver que no respondo, vislumbrando a lo lejos a una chica que justo termina de cerrar la puerta.
—Oh... —No sé que más decirle, sólo llevo un rato afuera, sintiendo el alcohol en vena y fumando un cigarro a desgana. Aún no he olvidado lo que he visto—. Ya veo.
El rubio se acerca, observándome, seguramente pensando que hoy estoy más apagado que de costumbre y mi mandíbula está tensa. Noto pequeñas punzadas lacerantes en el ATM, justo en ambos al mismo tiempo, por la presión que ejerzo.
—¿Un mal día? —me quita el cigarro de la mano para darle una calada—. Puaj... Sabe a whisky, ¿has bebido?
—Puede...
—Hoy estás muy raro, Rowen —frunce sus gruesas cejas rubias, dando cortas caladas mientras me mira. Es imposible no apartar la mirada, sobre todo cuando no quiero que vea en mis ojos azules que estoy enfadado y siento una inseguridad venenosa, corroyéndome lentamente por dentro—. ¿Necesitas hablar? Tu trabajo es mucho más interesante que el mío, así que seguramente tengas muchas cosas que te toquen las pelotas y necesites desahogarte.
Ese no es el punto. El punto es que te he visto...¿coquetearle? a otro lobo que no soy yo, y luego te comportas como si nada, pienso en mi fuero interno con un deje de dolor.
Niego con la cabeza, poniéndome el casco y yendo hacia el baúl trasero para sacar el de Ewan. No quiero hablar de ello todavía, creo que es muy temprano para aplastarlo con preguntas y sonsacarle la información. Le tiendo el casco, el cual agarra sin dejar de mirarme extrañado y tira la colilla para ponérselo; agradezco que no insista, ya que quizás desatacaría mi lengua. Así que montamos, sintiendo cuando me agarra del abdomen para sujetarse una punzada en el pecho y se me escapa un gemido.
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𝕽 o w e n [También en Inkitt]
Lobisomem[Libro 1] Ser la mano izquierda de tu Alfa es un honor que no todo lobo puede llevar sobre sus hombros, pero es aquello a lo que muchos aspiran alcanzar en algún momento de su vida. Dicen que ese rango especial es lo más cercano a la perfección, al...