Cuando salgo del despacho de Kaya con la carta de Dalton y el sobre con la escrituras, me quedo frente a la puerta con la cabeza alta. Estoy haciendo las cosas bien, estoy haciendo lo correcto. Tengo que asegurarme de que todo está en orden, que nada puede fallar y que tomaré en consideración algunas de las advertencias de mi ex-Alfa, pero no todas. Ewan nunca ha hecho nada malo contra mí. Sí, bueno, tiene actitudes extrañas que no puedo llegar a comprender, pero él siempre ha sido de esa manera dijera lo que le dijera. Después bajo por las escaleras, pasando del tercer piso al segundo, del segundo al primero con la ausencia de Gald al comprobar que me he demorado mucho en volver y después vacilo. No sé si meterme directamente en el despacho para seguir con lo mío, aunque viendo la hora será trabajo insuficiente, o hacerle una visita al pobre Dante que lo he dejado un poco chafado con su trabajo.
Decido lo segundo, terminando de bajar para encontrármelo sentado en la silla y mirando un vídeo de Youtube que no estoy seguro de qué puede tratarse. Golpeo el cristal, provocándole un sobresalto y yo abro la puerta.
—¿Poco trabajo? —pregunto, acotando—: Bueno, para qué pregunto, si estás viendo esa cosa de los vídeos y tienes mejor cara. Así que supongo que la respuesta es sí.
—¿De qué hablaste con Kaya? —me devuelve la pregunta, a lo que yo entro y dejo la puerta abierta para que algún chismoso escuche lo que tenga que decir. Todos los lobos somos unos cotillas, especialmente si estamos en manada para crear una red informativa—. Preveo que son buenas noticias.
Asiento, dejando el maletín sobre el viejo escritorio destartalado y le abrazo por detrás, encerrándole el cuello con los brazos.
—Oficialmente tenemos guarida asegurada, las dos —le susurro, provocándole un gruñido agudo de sorpresa que me hace sonreír de inmediato—. Se han dado prisa, porque de normal el trámite suele durar meses, lo que significa que Kaya quiere asegurarse que estemos con ellos durante el mayor tiempo posible pese a que el trabajo sea una mierda.
—¿Pero? —ladea la cabeza, frunciendo el ceño—. Tienes los ojos un poco rojos todavía, ¿qué ha pasado?
Vacilo en si debo decírselo. No estoy seguro de si puedo comentarle algo que tiene que ver con Tennessee, sobre todo porque podría evocar el recuerdo de Amis y eso le haría daño. Tampoco sé si se enfadará por el simple hecho de que esa manada haya contactado conmigo después del altercado con Jackson; y mentirle sería peor a largo plazo. Podría hacerlo, evitando no tocar el tema en por lo menos mucho tiempo hasta que alguien se fuera de la lengua, pero he comprendido que con él no pueden haber mentiras de ninguna clase. Tengo que ser sincero, aunque duela.
—Recibí una carta de Dalton, mi antiguo Alfa —digo en voz baja, sin separarme todavía para estudiar su cara. No parece muy afectado, aunque tampoco alegre como es de esperar—. Fue... muy emotiva y se me metió una mierdecilla de polvo en el ojo que consiguió hacerme llorar. Qué tontería, ¿verdad?
—Es normal que les eches de menos, Rowen —aparta la mirada para agarrar el teléfono y quitar lo que está viendo—, pero después de todo lo que hizo para que acabáramos así...
—Lo sé —asiento y lo suelto. Coloco mis manos tras mi espalda par comenzar a pasearme por el pequeño habitáculo, ese que no ha podido hacer demasiados milagros para que quede impoluto, pero algo es algo—. Hay cosas en las que tengo que reflexionar, pero tenemos meses asegurados para trabajar en esta manada. Así que tenemos que esforzarnos mucho para que sepan que no somos unos inútiles, ¿vale?
Asiente él también, dándose la vuelta con ese horrible sonido metálico de la silla para, después, ponerse de pie y hacerme una señal para salir afuera. No tenemos mucho que hacer en realidad, al menos de momento, así que fumar para ver movimiento a fuera es lo único que podemos hacer mientras tanto. No es demasiado entretenido ver a un montón de grupo de hombres —algunos con compañeros— yendo de un lado a otro mientras tienen horas libres sin nada que hacer; por supuesto, hay que saber que no puedes traerte chicas o chicos aunque te duelan los huevos, así que algunos se han ido con sus coches para divertirse en los clubs. Tendrán el teléfono operativo para cualquier emergencia.
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𝕽 o w e n [También en Inkitt]
Werwolf[Libro 1] Ser la mano izquierda de tu Alfa es un honor que no todo lobo puede llevar sobre sus hombros, pero es aquello a lo que muchos aspiran alcanzar en algún momento de su vida. Dicen que ese rango especial es lo más cercano a la perfección, al...