En el momento que llega el sábado, el sonido de una tormenta por sorpresa golpea los cristales de la puerta acristalada del balcón. Noto cómo el cuerpo de Dante se mueve contra el mío, apegándose a la protección que le ofrecen mis brazos y mi aroma, ya que es un día extrañamente frío. No estamos en el sofá, anoche se cansó de caerse de ahí varias veces y terminó sacando el colchón de su habitación para dejarlo justo detrás del mueble. Y por supuesto no hicimos absolutamente nada a la vuelta, sólo pedimos la cena para llevar y nos volvimos a casa mientras le daba las gracias de ser un buen compañero. Eso es lo que hacen los verdaderos, los que se preocupan por tu bienestar aunque no se lo pidas porque tu orgullo te niega el hecho de pedir ayuda.
Me siento protegido porque su olor, el cual mi cerebro ya reconoce como válido para sentirme defendido de alguna forma, se aúna al edredón que sacamos junto al colchón de su cuarto. Es una cúpula olfativa. Eso, sumado al calor que desprende su cuerpo provoca que lo apegue más a mí para sentirme menos dolido y solo por la ausencia de Ewan. No sabría decir si es un reemplazo o una ayuda extra. Lo que sí sé es que me hace bien no estar solo durante estos días, sobre todo cuando hablé con Teal a cerca de este tema que nos hizo ponernos un poco sensibles a nuestros adentros.
Dante se mueve un poco, murmurando algo que no entiendo bien mientras intenta encontrar una cómoda postura, y yo lo subo sobre mi cuerpo como tengo por costumbre hacerlo con Ewan al ser una posición que me gusta. Es distinta, él pesa más aunque es mucho más cálido, y ahora que hace un frío utópico típico de Abril me viene bien. Puedo notar como su cabeza se gira un poco a mi altura, haciendo que su boca termine encontrando la mía hasta que engancha la lengua. Mis manos abandonan los fuertes y redondeados hombros del lobo, recorren la sudorosa espalda, y en el momento llegan a tocar la tela del pantalón ingresan dentro mientras nuestras bocas siguen unidas.
Me jode admitir que, en estos momentos, me siento un poco blandito pero no lo suficiente para dejarme domesticar por nadie. Eso nunca pasará.
Es el hecho de echar de menos a Ewan a mi lado lo que hace que mis emociones se sientan tan efervescentes; el enfado de algunos días sofocándose en crudas estocadas que sé que hacen daño, el dolor transformado en lágrimas que no sé cuándo van a agotarse, y luego está esta pequeña parte que me reservo para momentos muy puntuales. No es mi estilo, porque no soy suave, pero eso no quiere decir que no lo sea jamás. Con Cherry tenías que ser delicado y sensual, acariciar y recorrer su cuerpo con un mimo muy milimetrado y especial. No hay besos, por supuesto, eso sólo lo reservo para cuando me siento de este modo o para mi persona especial.
Ahora es lo primero.
Dante saca las manos del edredón hasta aferrarlas a mi quijada. Están calientes, más todavía que su cuerpo, y el tacto hace que gruña con un deje de aprobación que él mismo me devuelve cuando inicio con los preliminares. Ninguno abrimos los ojos, no todavía, aunque intuimos que la luz plomiza del día gris ilumina el salón. Noto el movimiento de su boca encajarse con la mía con lentitud, compartimos saliva y sonidos de garganta para demostrarnos que nos gusta esto, que lo estamos disfrutando aunque sea algo nuevo. Le desprendo del pantalón hasta dejárselo por los muslos y él, sin siquiera pedírselo, se mueve hasta colocarse sobre la cadera para metérsela con una mano que me aparta de la cara.
No separamos las bocas en ningún momento, queremos acumular calor, el suficiente hasta que él debe hacerlo para exclamar un jadeo ronco cuando entra entera a traición. ¿Qué puedo decir? A veces es inevitable ser un poco cabrón.
—¿Preparado? —pregunto, pero él se ríe. Es absurdo preguntar eso cuando ya lo he hecho.
—Eres un puto tramposo —me reprocha, aún con rastros de la risa que le voy quitando mediante los movimientos de cadera—. Eso... es hacer... trampas... hijo de... ah...
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𝕽 o w e n [También en Inkitt]
Werewolf[Libro 1] Ser la mano izquierda de tu Alfa es un honor que no todo lobo puede llevar sobre sus hombros, pero es aquello a lo que muchos aspiran alcanzar en algún momento de su vida. Dicen que ese rango especial es lo más cercano a la perfección, al...