Confesión

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Hola humanos! Ya volví para seguir con el drama, ya ven que eso ni se me da xD para quienes no lo sepan, el que está atrás en esta fotito ☝🏻 es Nathan

Decir que Yuzuru estaba enojado es poco. Es como decir que Einstein era un tipo un tanto raro e inteligente.
Se había levantado y estaba con las manos sobre el rostro y su respiración era muy sonora.
-¿Por qué me lo dijiste?- preguntó, su voz estaba opacada por sus manos.
-Pensé que tenías derecho a saber. No más secretos, ¿recuerdas?- echó las manos hacia su cabello.
-No, no. Pero esto cae en la categoría de cosas que en verdad habría preferido no saber. Sabes que no odio a Nathan pese a ser mi rival directo, pero justo ahora me acabas de poner lo que sigue de celoso y ya tengo un motivo personal para odiarlo.
-¿Odiarlo? Ya te dije que para mí no fue nada más, ¿por qué le das ese peso?
-¿Para... Para qué decirme entonces? Si a ti no te importa ya.
-¡Porque confío en ti! No lo habría dicho de no ser así- alzó los brazos a los costados y arriba antes de dejarlos caer sin fuerza y comenzó a caminar al interior con prisa.
-Ok, estoy harto. Ya tuve suficiente.
-¿Yuzu?- lo llamé mientras se iba y me puse de pie al ver que no se detuvo -. ¡Yuzuru!- corrí tras él pero lo vi yendo a la salida. Sus padres y Orser nos observaron a ambos -. ¡Brian!
-¿Qué ocurrió?
-Sólo hablábamos, se molestó- sentía el nudo en mi garganta y me pasé las manos por la cabeza, desesperada.
¿Qué había hecho?
Condujimos de vuelta a casa de los Hanyu y subí al segundo nivel. No me molesté en quitarme siquiera los zapatos, pero vi los suyos junto a la puerta, por lo que supe que estaba ahí.
>>¡Yuzuru! ¡Yuzuru!- llamé asomándome por las puertas abiertas hasta dar con la que sin duda era su habitación. Su traje estaba botado donde fuera y noté que sus patines, los cuales siempre tenía a la vista, no estaban. Salí de su habitación y me topé a medio camino con Saya, estaba seria.
-Se fue a la pista.
-Sí, no están sus patines.
-Estaba molesto. ¿Lo rechazaste?- fruncí el ceño.
-¿De qué hablas?- ahora ella era la sorprendida.
-¿No te lo dijo?- la evadí sin saber de lo que hablaba y fui abajo a cambiarme. Dejé donde fuera mi vestido y me puse unos jeans, tenis y una blusa cualquiera. Salí al recibidor y alcancé mi sudadera del perchero junto a la entrada.
-¿La pista?- pregunté al entrenador, quien me puso una cara extraña -. ¡Orser, la pista! ¿Dónde está?
-A 2km de aquí, al norte de...
-Mándame la dirección, pondré el mapa.
-Podemos llevarte- ofreció Hidetoshi, pero Yumi le puso la mano en el brazo. Yo negué.
-No, tengo que ir sola. Necesito aclarar cosas- di vuelta y salí aún poniéndome la sudadera. Cuando recibí la dirección, empecé a correr siguiendo las indicaciones del mapa.
Sorprendentemente, no me llevó más de 10 minutos. Aunque llegué cansada al lugar, estaba impresionada por cómo había mejorado mi condición física en un tiempo ridículamente corto gracias a ya no estar fumando, salvo por ese día que me quería morir, y tener una mejor rutina que andar corriendo de un lado a otro y dormir a ratos.
Me metí al centro de patinaje una vez recuperé el aliento, cuidando de no hacer mucho ruido, pese a que quizá el más mínimo alertaría a Yuzuru de mi presencia. Al interior me guié por el sonido de las cuchillas rayando el hielo y los tenues choques con la superficie producto de los saltos.
Estaba practicando saltos nada más, no sus coreografías como tal, como pude ver al quedarme un rato observando en silencio. Llevaba puestos los audífonos y sabía que ya me había notado ahí, pero evadió mi mirada, sabía que estaba muy, muy cabreado. O quizá sólo contrariado.

 O quizá sólo contrariado

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Cygnus: El trazo del hielo --- TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora