Cascarón

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Hola humanos de mi kokoro :3 hoy vengo no a enmendar todo el desmadre del último capítulo pero sí a apapacharlos un poquito con algo (mucho) Jazzuru 🖤

La respuesta de Jaz ante las noticias fue vomitar en medio del recibidor, casi encima del señor Hardenbrook. Se inclinó apoyándose en las rodillas y le sujeté el cabello hacia atrás para que no lo ensuciara aún más después de esa primera arcada.
La llevé arriba y la ayudé a enjuagarse y lavarse el cabello, de paso quitándose la ropa sucia. El abogado me insistió mucho en que él limpiaría el recibidor pese a que yo me negaba, pero me dijo que era mejor que estuviera con ella. Y sí que debía estarlo.
Cuando la dejara en el baño secándose el cabello y bajara con la intensión de limpiar, al volver encontré a Jaz medio envuelta en una toalla sentada en el suelo con una navaja de afeitar en la mano y sollozaba mientras se debatía a pasarla certeramente por su cuello.

-Jaz, suelta eso- le ordené acercándome a arrodillarme a su lado con cuidado y le tomé la mano a la par que la rodeaba. Aunque opuso resistencia para dármela y pateleó y manoteó un poco para liberarse de mi abrazo, no hizo el intento de recuperar la navaja.
-Estoy sola. Estoy sola ahora. Me quedé sola... Nunca lo dije en serio cuando les gritaba que no los quería cerca... No quiero esto, ¡no lo quiero!- articulaba en medio de las lágrimas golpeando mis hombros y pecho. La apreté contra mi pecho y besé su frente.
-Ellos lo sabían, que no era en serio. Y no estás sola, amor. Aquí estoy para ti. Aquí estoy contigo, babe.
Dejé que llorara en mi pecho hasta que se calmó un poco. La conduje a la cama y mientras se vestía, busqué en la gaveta del baño algún calmante que recuerdo había mencionado que tomaba antes. Encontré gotas y puse la dosis indicada en un vaso de agua que le hice beber antes de acostarse. Mientras se adormecía, sequé su cabello con una toalla ya que ella no lo había hecho, hasta que sus ojos se cerraron y su cabeza cayó a la almohada sin fuerza.
Después de eso, bajé al salón y ahí encontré al abogado.
-Le agradezco que me ayudara con la limpieza.
-No agradezca, no era para menos su reacción. ¿Cómo está?
-Justo ahora logré que se acostara. Tuve que darle gotas en un vaso de agua para dormirla... Está en shock.
-La comprendo, pobre niña. No la ha tenido fácil, ha tenido golpes como todos nosotros, los ha sobrellevado siendo tan joven, pero esto...- negó con la cabeza mirando la chimenea -. Perder a 3 personas en menos de una semana es inaceptable.
-Totalmente. Le agradezco que viniera hasta acá para avisarle.
-Han quería mucho a Jazmin, esto es lo que me habría pedido que hiciera para hacerle saber. Además es mi responsabilidad legal, tiene que reclamar los cuerpos en la morgue lo antes posible para que no los envíen a cremar y lancen a una fosa común como están haciendo ahora con toda esta porquería.
-Intentaré que sea pronto. Aunque no sé cuándo logre que se levante siquiera de la cama... Ha sido demasiado para ella.
-Lo entiendo- hubo un silencio algo incómodo en que yo no paraba de ver en dirección a las escaleras.
-¿Hay algo más que se le ofrezca ahora? Disculpe mi brusquedad, pero quiero volver arriba con ella. No quiero que esté sola.
-Seguro, ya me retiro. Justo ahora no es el momento, pero hay muchos asuntos legales que deseo hablar con ella.
-¿Malos asuntos?- el hombre negó.
-No, el señor Greene tenía todo en orden, no dejó problemas detrás suyo, y en realidad no tiene que preocuparse por nada justo ahora. Vaya con su esposa, señor Yuzuru. Reconfórtela... Lo necesitará más de lo que cree.
Cuando se hubo ido, me aseguré de que todo estuviera cerrado y apagado antes de subir con Jaz. Ahí dormía profundamente pese a la luz de la lámpara que le iluminaba de lleno el rostro. Su respiración era calmada, pero su expresión estaba llena de dolor. Incluso lloraba en sueños, cosa que había hecho también cuando lograra dormir tras la muerte de Angela.
Me alisté para acostarme, apagué la lámpara al meterme a la cama y abracé desde la espalda a Jaz. Podía sentir su corazón latiendo débil, no vivo como solía hacer. La realidad era que no pude dormir, quería asegurarme de que estaba bien. Al menos hasta pasadas las 2am cuando se removió en mis brazos.

Cygnus: El trazo del hielo --- TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora